La Vanguardia

Entre la capital federal y los gringos

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Más que el famoso dicho sobre México: “Tan lejos de Dios; tan cerca de EE.UU.”, Monterrey y su producción cultural se enfrentan a otro dilema: tan cerca de EEUU. y tan ensombreci­dos por la Ciudad de México. “La producción de cine está centraliza­da en el distrito federal; es un superprobl­ema” dice Fernando Mol, mediador de cine del nuevo laboratori­o cultural ciudadano que se inauguró el mes pasado en Monterrey. “Hay muchos más recursos en la capital; cuando alguien destaca aquí, se va directamen­te a Ciudad de México”. El resultado de esta centraliza­ción es que todo se ve “a los ojos de los chilangos (oriundos de Ciudad de México)”, dice. “Ya no estoy aquí se salva de esa critica. Aunque Fernando Frías es de Ciudad de México, la película es un retrato de la ciudad que por lo general ha gustado en Monterrey. En ese caso, tal vez “la mirada de afuera ayuda a ver cosas que uno pierde de vista por vivir allí”, sugiere Frías en la entrevista. Pero el segundo problema es más grave. Tras una estancia en la Ciudad de México, la siguiente escala para el prometedor cineasta mexicano es Los Ángeles. Los tres monstruos del cine mexicano , Alfonso Cuarón (Y tu mama también, Roma, nacido en Ciudad de México ), Alejandro González Iñárritu (Amores perros, Babel, El renacido, que es chilango también) y Guillermo del Toro (El espinazo del diablo, La forma de agua, nacido en Guadalajar­a) ya empiezan a percibirse como cineastas estadounid­enses nacidos en México. El síndrome Netflix –productor de Ya no estoy aquí –no ayuda. “En Monterrey estamos intentado crear nuestros propios modelos de critica de cine. Es muy importante para la formación de una audiencia más analfabeti­zada; sobre todo si queremos despegarno­s de estar consumiend­o solo lo que sale de EE.UU. y, durante la pandemia, lo que sale de Netflix”, dice Mol. Es uno de los propósitos del laboratori­o ciudadano cultural instalado en el antiguo palacio federal e inspirado por el Media Lab del Prado en Madrid, que proporcion­a una treintena de espacios para actividade­s creativas en Monterrey.

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