La Vanguardia

“No dejes nada para mañana, que vas y te mueres antes”

- Víctor-m. Amela

Tengo 48 años. Soy de la Sagrera, Barcelona. Soy dibujante. Estoy en pareja, con Núria. Sin hijos. ¿Política? De izquierdas: soy hijo de obreros. ¿Religión? La vida, puesto que lo normal es no vivir. Vivo de dibujar, y eso no es trabajar: ¡soy un falso obrero! Así redimo mi árbol familiar

Falso obrero? Sí. Vivo como un bandolero. No: dibujar es muy noble ocupación. Dibujar no es trabajar. ¿Acaso no dibujaba usted de niño? De niño, sí, como todos.

Pues yo sigo dibujando de adulto. Y a veces me siento mal.

¿Por qué?

Vi a mis padres trabajar durísimo, toda su vida. ¡Qué injusto! Yo les decía que de mayor no quería trabajar.

¿En qué trabajaban?

Mi padre era representa­nte de una tienda de paños para sastrerías, pasaba la semana entera viajando.

¿Y su madre?

Modista, siempre en la máquina de coser: confeccion­aba mi ropa. ¡Eran la pareja perfecta! Como estaban juntos solo los fines de semana, siempre parecían novios.

¿Había cerca alguien más?

Mi abuela, origen de todo. Y la perra Chispeta. Y mi tío Juan Manuel. Vivíamos juntos. Me tocó despedirlo­s a todos.

Lo lamento. Y cada vez llorando como el niño que fui. ¡A lo largo de la vida lo vas a perder todo! Por eso he estado muy rabioso.

¿Ya no?

Se fueron demasiado pronto y me quedó mucho por decirles... pero, al fin, lo he hecho.

¿Cómo?

He dibujado el álbum Para los míos. Es una carta dibujada con mis recuerdos, penas, todo lo que he comprendid­o.

¿Y la rabia?

Se ha ido, el tiempo ha ayudado. Y dibujar. Ahora soy yo el guardián del tiempo y los recuerdos de mi familia. Ha quedado todo comprendid­o y dicho, amorosamen­te.

¿Dibujar, pues, le ha salvado?

Sí. Me quedé solo... y no dejé de dibujar.

¿Quién fue el primero en irse?

La perra Chispeta, de vieja. Luego, mi abuela: con ella había yo vivido felicísimo­s veranos campestres.

Se agarra usted a su infancia...

Recordarla es mi tesoro preciado. Yo era niño asmático, frágil. Mi madre me repetía: “¡Tú no eres menos que nadie! ¡Venga, valiente!”. Haberle oído esto me ha dado seguridad. Luego mi madre enfermó de cáncer...

¡No Vaya... hay día que no la recuerde! No olvido sus dedos en mi pelo, cómo me lo acariciaba.

Y quedaron tres varones solos, pues.

Moría mi madre y fui consciente de que yo también moriría un día: ¡debía cumplir mis sueños, vivir mi vida hasta el final!

¿Y su padre?

Padeció un ictus, en un momento de lucidez me dijo: “Sin tu madre no quiero seguir”. Me enfadé. Murió. Pero hoy me acojo a lo otro que me dijo: “Haz tus cosas”.

¿En cuánto tiempo murieron?

En menos de un año.

¿Y qué hizo usted?

Todo me superaba, estuve muy mal. Me aislé en otro piso, mi tío siguió en el piso familiar. Mi tío no estaba fino, y no supimos ayudarnos. Me desentendí de él.

¿No estaba fino?

Sin amigos, arisco, su obsesión eran los sellos, las monedas, los objetos antiguos... Un día me llamó un vecino: mi tío no le respondía, pero se oían voces en su piso.

¿Qué pasaba?

Entró la policía en el piso. Mi tío estaba muerto. Hacía días, o semanas. Su cuerpo momificado en el suelo, entre montañas de papel, diarios, cajas, objetos...

¿Y las voces?

Una radio encendida.

¿Síndrome de Diógenes?

Sí, almacenó cosas inútiles, acumuló basura, hasta sumar dos toneladas. Y sepultado allí dentro estaba todo mi pasado.

¿Los objetos de su infancia?

Sí. El contenido del piso fue a un contenedor y fue incinerado. Me duele el recordarlo... Los objetos están cargados de emociones...

Es cierto.

A veces pienso en ellos.., y lloro. Pero, a la vez, todo había terminado: era libre.

Y, ahora, ¿por qué dibuja?

Para contar mi cuento... y que me quieran.

¡Le premiaron con un Ondas!

Quise dedicársel­o a mis padres... y no me salió. Lo grandilocu­ente no me va. Ellos están más en el rayo de luz filtrado por la persiana, el olor a café, el chasquido de unas tijeras.

¿Qué es el éxito?

Tener vida propia. Ocuparte en lo que te gusta. Vivir para ti mismo, no para un jefe. Yo, al no trabajar, redimo mi árbol familiar.

Bien visto.

Papá, mamá: soñabais dejar de trabajar y dedicaros a vivir... Pero no hay que dejar nada para mañana, porque vas y te mueres antes. Papá, mamá: ya os he liberado. El arte libera.

¿Habla usted con ellos?

Cada día, y les cuento mis pequeños logros.

¿Qué les contará hoy?

Que salgo hoy en La Contra de La Vanguardia. ¡No vea la ilusión que les va a hacer!

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ÀLEX GARCIA

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