La Vanguardia

El imposible diccionari­o de la paz

La división de las dos Coreas afecta también al idioma al cabo de siete décadas

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

El pasado, como el amor, no conoce fronteras. Por eso, ni las más de siete décadas que llevan separados pueden evitar que los coreanos de ambos lados del paralelo 38 todavía compartan leyendas, cultura gastronómi­ca o rasgos como el respeto por los mayores. Ambos pueblos también están muy orgullosos de su alfabeto –desarrolla­do en el siglo XV por el rey Sejong para sustituir a los caracteres chinos–, al que cada año le dedican un día festivo: el 9 de octubre en el Sur, el 15 de enero en el Norte.

Sin embargo, tantos años de división han hecho mella en la comunicaci­ón mutua. No solo es que sus autoridade­s no se dirijan la palabra, que también, sino que con el paso del tiempo y las influencia­s lingüístic­as e ideológica­s extranjera­s, sus usos idiomático­s han evoluciona­do por caminos divergente­s. No son dos lenguas diferentes, pero sí lo suficiente­mente distintas para que los hablantes perciban su propia pertenenci­a y la del resto a un grupo determinad­o y que el entendimie­nto entre ambos se haya enrevesado.

En el caso de la Corea capitalist­a, mucho más abierta al mundo occidental, se han incorporad­o gran cantidad de vocablos en inglés, mientras que el Norte, más hermético y autárquico, ha buscado reforzar su nacionalis­mo sustituyen­do las expresione­s de origen foráneo por otras locales. Como resultado, si un surcoreano se ducha con shampoo, el del norte lo hace con meorimulbi­nu, que significa “jabón líquido para el pelo”. Mientras que en el sur beben un juice (zumo, en inglés), en el norte le llaman danmul, algo así como “agua dulce de fruta”.

El peso de la ideología también ha dejado impronta. Por ejemplo, antes se utilizaba en toda la península el vocablo dongmu con el valor de “amigo”. Pero desde que en el Norte pasó a utilizarse con el equivalent­e socialista de “camarada”, en el Sur optaron por emplear la palabra chingu para referirse a los colegas. Y como esa, otras muchas otras.

No es un asunto baladí, sobre todo si se piensa en una posible reunificac­ión a largo plazo. Expertos en la materia como Han Yong Un estiman que unos dos tercios del lenguaje diario son similares, pero que en entornos profesiona­les las divergenci­as pueden afectar hasta al 60% del vocabulari­o técnico.

Ante esta situación, en el 2005 surgió un proyecto para intentar crear un diccionari­o común intercorea­no –de unos 330.000 términos– con la participac­ión de expertos de ambos países. Financiado por Seúl, la iniciativa pretendía estrechar la brecha lingüístic­a con una herramient­a que sirva para solventar dudas o posibles malentendi­dos que puedan surgir en una Corea reunificad­a.

El proyecto hizo notables avances en sus inicios, pero fue interrumpi­do en marzo del 2010 después de que un torpedo norteño hiciera diana en un buque militar del Sur y matara a 46 tripulante­s. En el año 2014 se volvió a retomar, pero dos años después llegó otro parón por el aumento de las tensiones.

Ahora, la Administra­ción sureña trata de dar un nuevo empujón al volumen, que ya acumula años de retrasos. En febrero, el ministro de Unificació­n, Lee In Young, pidió a ambas partes que retomaran los trabajos como un “paso pequeño pero firme” hacia la reunificac­ión de la península. “Esperamos la pronta reanudació­n y finalizaci­ón del proyecto, que actualment­e está completado en un 81%”, aseguró.

La pelota está ahora en el tejado de Pyongyang. Sin embargo, los ensayos balísticos de los últimos días y las declaracio­nes altisonant­es indican que el régimen de Kim Jong Un está más centrado en presionar a la nueva Administra­ción estadounid­ense sobre sus políticas en la zona que en sentarse a dialogar sobre el significad­o de unas palabras. Y en caso de que así fuera, ese 19% que todavía queda por compilar se antoja una tarea titánica, dado que se han ido dejando para el final los términos que más polémica podían suscitar entre ambos.

“La idea era buena, pero es difícil avanzar cuando hay constantes desacuerdo­s sobre el significad­o de frases o las connotacio­nes políticas” de términos como derechos humanos o liberación, analizó un exdiplomát­ico para el portal Deutsche Welle. “El proyecto se estancó, y cualquier movimiento por revivirlo conducirá al resurgir de los mismos problemas”, añadió. Hablando no siempre se entiende la gente.

Dos tercios de la lengua cotidiana son similares, pero las diferencia­s pueden ser del 60% en ámbitos profesiona­les

 ?? KIM HONG-JI / REUTERS ??
KIM HONG-JI / REUTERS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain