Un viajero apasionado
ESTANISLAU TORRES I MESTRES (1926-2021) Escritor
Alos casi 95 años nos acaba de dejar Estanislau Torres i Mestres. Además de escritor, fue excursionista y un viajero apasionado. Su obra refleja en más de una ocasión su espíritu montañero. Los contactos que estableció con la editorial Destino con motivo de la publicación de la novela Castelladral, finalista del premio Pla en el año 1969, le valieron el encargo de escribir El Pirineu, una visión modélica de nuestras montañas.
En los primeros años de profesión se centró en la narración corta y la novela: Cel de tardor, La xera (premi Víctor Català, 1962), L’altre demà, La derrota
(premio Sant Jordi, 1966), Els ulls i la cendra y El foc i la cua
(1966). A partir del Pirineo inicia una actividad en paralelo entre el ensayo, el reportaje y el testimonio para ayudar a la reconstrucción de algunos de los momentos históricos que han marcado nuestras vidas. La Guerra Civil en primer lugar y, en especial, La batalla de l’ebre (1971), Llocs i camins de la batalla de l’ebre (1990), La desfeta del Terç de Requetés de Nostra Senyora de Montserrat (1993). Además de La bossa de Bielsa (1977), La caiguda de Barcelona (1978) y La guerra civil a Arenys de Mar
(1999). De vez en cuando volvía a la novela con títulos como Estimada Teresa (1974), El mal que m’heu fet (1978) y Els ulls de cadascú (1983), además de alguna juvenil como Les coves de Postojna (1980) o Objectiu Heidelberg (1986), fruto de sus viajes por todo el mundo.
En el año 1995, Torres, que como la mayoría había tropezado con la censura, publicó Les tisores de la censura, que recogía algunas de las tristes experiencias que todos habíamos sufrido. Cuando le prohibieron Els ulls i la cendra, expuso muchas razones, en una carta dirigida a Robles Piquer, director general de Información y Turismo y cuñado del ministro Fraga. Al final, la autorizaron, pero con catorce enmiendas. Allí donde había escrito “a mi, quan em deien catalana de mierda” le sugirieron que pusiera: “A mi, quan em deien alguna cosa que no m’agradava”, como si fueran tan quisquillosos que no podían permitir que nosotros mismos nos insultáramos.
Joan Triadú, en relación con esta novela, dijo que se trataba de una novela de un gran valor literario con escasos precedentes en nuestra literatura porque era “un testimonio de la manera más punzante de como trata Estanislau Torres sus temas, es decir, con una diabólica combinación perfectamente cuajada de poesía y realismo”
La añorada Maria Àngels Anglada fue, quizá, quien lo ha sabido definir mejor: “Es uno de los escritores catalanes que, empujado por sus aficiones y por la pasión de conocer, han pisado más lugares de Catalunya. Escribo pisar y no recorrer. Pisar, ir a pie, pisar los caminos, los senderos, trepar entre las rocas y los canchales, marcar un surco con los esquís encima de la nieve virgen, abrirse paso entre los carrascos de la Serra de Cavalls. Conocer el paisaje, la gente que lo habita, informarse de su historia, escuchar la memoria oral. Y después narrar y describir: un país, una historia real, una ficción pero con raíces profundas en el país y su historia”.
Cierro este recuerdo con uno de los poemas que se sacó de la manga a última hora. El más amargo, quizá. ¡Cuánto tiempo hacía que no se hablaba de él ni de su obra! Eso lo llevó a escribir, cuando todavía podía hacerlo:
“Home mort, no. / Sí, escritor mort. / I l’assassi, / qui ha estat? / Tothom o gairebé”.
¡Descansa en paz, amigo!
Fue uno de los hombres que más pisaron el país y cultivó la divulgación de la historia reciente