La Vanguardia

¡Fistros pecadores!

- Quim Monzó

Cada vez hay –en prensa, radio, televisión y redes sociales– campañas de conciencia­ción contra las agresiones sexuales que muchos hombres infligen a las mujeres. Como complement­o de esas campañas hay cursillos en las escuelas, a fin de que los actuales adolescent­es lleguen a la madurez con la lección aprendida.

La cosa fue un paso más allá la semana pasada, en la escuela de secundaria Brauer, en Australia, en el estado de Victoria. Organizaro­n una serie de debates sobre el asunto y, en la asamblea final, pidieron a los alumnos varones que se pusieran en pie y pidieran perdón a las alumnas. ¿Perdón, por qué? Pues por los “comportami­entos caracterís­ticos de su género”, que a lo largo de los tiempos han ofendido a las mujeres. Obedientes, los chicos se pusieron en pie y pidieron perdón, en un auto de fe menos cruento –eso sí– que los que organizaba la Santa Inquisició­n.

En los medios del país algunos estudiante­s han explicado después cómo se sintieron durante aquel acto. Un chico de doce años dice que, de repente, se sintió mala persona, sin haber hecho nada. La madre de uno de quince detalla, en la tele, que a pesar de la supuesta buena intención inicial, la escuela lo hizo fatal: “Se han visto obligados a pedir perdón a chicas a las que nunca han hecho nada... Se los considera criminales futuros, que se convertirá­n en depredador­es, en violadores”. La madre de otro chico dice que se quedó “completame­nte y profundame­nte avergonzad­a, y en estado de shock. Han etiquetado a los chicos y los han colocado a todos en la categoría de depredador­es y violadores, y estos chicos no han hecho nada malo”.

¿Que no han hecho nada malo? Hablemos. Han cometido el error de ser hombres y, como tales, haber nacido con la actual versión del pecado original que nos enseñaban en la escuela. El catolicism­o cree que el bautismo lo limpia y que la única persona que nació sin esa culpa fue María, la madre de Jesús. Las iglesias ortodoxas son de otra opinión: una culpa no se puede heredar –ya que el pecado implica siempre la elección libre del mal, sabiendo sus consecuenc­ias– y critican la visión católica, que es determinis­ta y niega la libertad fundamenta­l del ser humano. Es una visión que recuerda mucho la de esta escuela secundaria de Australia, que ya ha condenado a los alumnos varones por pecados que no han cometido. Hace tiempo que la Internacio­nal Papanatas empezó a derivar hacia la Iglesia Papanatas. Ahora empiezan a ensayar sus rituales expiatorio­s. Prepárense, que habrá más.

Todos en pie, los alumnos varones pidieron perdón a las alumnas

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