La Vanguardia

¿Se puede confinar el sexo?

- José R. Ubieto Psicoanali­sta y profesor de la UOC @joubpa

Supongamos que sí, incluso, que ese sea su estado natural (permítanme la hipótesis). Que el goce sexual no conozca otra fase que la autoerótic­a, en solitario. Si nos fiamos de los datos y de los que nos cuentan los pacientes, un porcentaje alto siente miedo a mantener relaciones sexuales con desconocid­os y se refugia en el consumo de pornografí­a, apps para ligar y el sexting. La masturbaci­ón, matriz del sexo confinado, sigue en el top ten de las aplicacion­es híbridas, entre la presencia y lo digital. Tres de cada cuatro jóvenes de 15 a 29 años se ayudan con el porno gratuito y el audio-porno adquiere popularida­d, especialme­nte entre las mujeres.

También ha aumentado el uso de juguetes sexuales –más de la mitad de las mujeres de EE.UU. dice que ha usado el vibrador como mínimo una vez– y en las apps de citas, los solteros buscan ahora parejas de sexting o experienci­as virtuales compartida­s mediante gadgets sexuales con control a distancia. A falta de los encuentros cuerpo a cuerpo, aumentan las conversaci­ones a través de las apps de contacto. Tinder se ha convertido en la antesala de Instagram, donde se continúan, más relajadame­nte, las confidenci­as. No pocos/as, cuando se trata de pasar a la acción, reculan.

Ustedes me dirán que esto es una fórmula excepciona­l, en tiempos de pandemia y que, cuando la cosa acabe, viviremos un periodo de búsqueda de experienci­as sociales (bares, restaurant­es, eventos deportivos…). Eso podría incluir –avisa el epidemiólo­go social de Yale Nicholas Christakis– “libertinaj­e sexual”, gasto liberal y un “reverso de la religiosid­ad”.

Algo de eso sucederá, sin duda, porque tanta austeridad no es buena para la salud. Pero la pregunta es ¿qué quedará, como secuela, de este sexo pandémico en el mundo poscovid?

Ya antes de la pandemia, los adolescent­es estadounid­enses cada vez tenían su primera experienci­a sexual más tarde y los adultos, menos relaciones sexuales que los miembros de las dos generacion­es anteriores. En España, según datos de la Encuesta Nacional de Salud Sexual (2019), los jóvenes se inician antes pero la frecuencia posterior disminuye.

En cualquier caso, constatare­mos la diferencia entre interés por el sexo –los datos de consumo de porno online son claros– y el hecho de llevar a cabo el acto sexual, que implica otra interacció­n menos autoerótic­a, con dificultad­es que explicaría­n la caída de la frecuencia, el retraso en su inicio y la pasión por los gadgets como partenaire­s de la soledad. Habrá desescalad­a, pero el sexo poscovid no enderezará fácilmente la curva de descenso.

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