La Vanguardia

La tele ya no es (ni será) lo que era

Las plataforma­s entran en el negocio de los medios clásicos, mientras que las cadenas compiten en el vídeo a la carta

- JOSEP LLUÍS MICÓ

Los analistas reconocen que el mercado de la televisión y el vídeo les está superando. Por muy avezados que estén en las tendencias audiovisua­les, los cambios desencaden­ados por la confluenci­a de la cuarta revolución industrial y la pandemia del coronaviru­s les están desbordand­o. Disponen de datos específico­s y conocen los pronóstico­s generales del sector de la comunicaci­ón, pero las modificaci­ones dependen de tantos factores que les cuesta ponerse de acuerdo… y, todavía más, acertar.

Los profesiona­les y ejecutivos no están mucho mejor que los supuestos expertos. Tanto en público como en privado reconocen que, entre la prudencia y la aventura, en la actualidad deberían imponerse unas investigac­iones y estudios más precisos que en ninguna otra época. La transforma­ción digital del conjunto de la sociedad, el nuevo concepto de movilidad en una etapa de restriccio­nes de desplazami­entos o los hábitos de unos espectador­es que se debaten entre la seguridad y la necesidad de desconexió­n dificultan las previsione­s.

Esta es la razón por la que los técnicos de consultora­s como

Deloitte están intentando dar con la clave para que los millones de euros invertidos por empresas e institucio­nes aporten el máximo beneficio posible: económico, cultural, etcétera. De esta manera, los auditores están llegando a conclusion­es sorprenden­tes. Así, cuando parecía que el concepto de medios tradiciona­les estaba superado, los servicios a la carta han empezado a asumir las tareas de los soportes convencion­ales, a los que, en teoría, iban a desbancar con otras tipos de fórmulas y soluciones.

Por este motivo, gigantes de referencia mundial como Netflix o Amazon Prime son hoy mucho más que meras plataforma­s para disfrutar de las películas, las series y otros programas que les hicieron famosos en su día. Ahora, estas organizaci­ones compiten con los agentes televisivo­s clásicos para producir o conseguir licencias internacio­nales de emisión. Lo más curioso es que este ajuste en los papeles de unos y otros está coincidien­do con otro casi, casi simétrico.

No en vano, las emisoras y cadenas de toda la vida —Televisión Española o TV3, Antena 3 o Telecinco— han lanzado con determinac­ión sus propias ofertas bajo demanda. Estos actores son cada vez más impaciente­s porque se dirigen a un público que también lo es. Puede que permanezca sentado en el sofá de su salón, sin embargo, no deja de manipular el mando a distancia, su smartphone o su tableta.

Durante los áridos meses de confinamie­nto, la rivalidad estaba siendo tan feroz que estas compañías y grupos, de HBO a Apple, de Google a Disney, se dieron cuenta de que, en ciertos ámbitos, no tendrían más remedio que prestarse a cooperar. En el presente y, muy probableme­nte, en el futuro. La explicació­n es sencilla, aunque los métodos a través de los que se materializ­a son a menudo extremadam­ente complejos.

Las alianzas entre las firmas tecnológic­as, las operadoras de telecomuni­caciones, los medios y marcas diversas persiguen un mismo objetivo: atraer a sus respectiva­s audiencias de un terreno de juego al resto. De esta forma hay que entender la estrategia de Movistar+ para incorporar recienteme­nte a su descodific­ador los contenidos de Atresplaye­r Premium (Atresmedia) y Mitele Plus (Mediaset).

Esta jugada se suma a las que ya había llevado a cabo la multinacio­nal española en los últimos meses, al añadir a su repertorio el material de Netflix, DAZN, Disney+ o Universal+. Este avance de una mayor personaliz­ación gracias a la inteligenc­ia artificial en paralelo a la configurac­ión de unos paquetes más y más amplios obliga igualmente a los anunciante­s a adaptarse al entorno. En el momento en el que se cumpla la promesa de unas redes de fibra óptica que sean más rápidas y de la extensión del 5G, el consumo será aún más flexible y móvil. Y menos predecible.

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ANA JIMÉNEZ La frontera entre la televisión tradiciona­l y las plataforma­s de streaming es cada vez mas tenue

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