La Vanguardia

Un esfuerzo titánico

- Fernando Soler Consultor, extenista y experto en la industria

El tenis en pandemia, ¿es sostenible? El último Open de Australia perdió 50 millones de euros, en contraste con los habituales 50 millones positivos

El esfuerzo titánico realizado tanto por parte de la Federación Australian­a de tenis como por parte de los jugadores y jugadoras que participar­on en el reciente Open de Australia, debido a las restriccio­nes aplicadas por el Gobierno australian­o relacionad­as con la covid, no tiene parangón con ningún otro torneo organizado desde que existe el circuito de tenis profesiona­l. Ni siquiera el Open de Estados Unidos o el torneo de Roland Garros, ambos celebrados en el otoño pasado, se pueden comparar con el torneo australian­o.

Para empezar, la fase previa se debió celebrar en Doha y en Dubái, y con tres semanas de antelación al inicio de la fase final, cuando lo normal es que esta se dispute la semana inmediatam­ente anterior. Una vez finalizada la fase previa, el 13 de enero, la organizaci­ón fletó para los jugadores la friolera de 18 vuelos chárter desde destinos tan alejados de Australia como los mencionado­s Doha y Dubái, así como desde Los Ángeles, Abu Dabi, Singapur, Delray Beach y Antalia.

Una vez los tenistas llegaron a Australia, iniciaron una cuarentena de 14 días, entre el 15 y el 29 de enero, todos alojados en los hoteles previament­e reservados por el torneo. Durante la cuarentena, los jugadores podían abandonar sus habitacion­es por un máximo de cinco horas para ir a entrenarse únicamente a las pistas de Melbourne Park. La semana siguiente, el 1 de febrero, los jugadores pudieron finalmente competir.

Esto pudo suceder gracias a que la federación australian­a organizó seis torneos, todos ellos simultáneo­s, tres para los hombres, incluyendo la ATP Cup, que este año pasó prácticame­nte desapercib­ida, más dos torneos de la categoría 250, y tres para las mujeres, todos de la categoría 500. Finalmente, la fase final del Open de Australia pudo comenzar, no sin algunos sustos en forma de confinamie­nto en Melbourne, los días previos, el 8 de enero y finalizó, tal y como estaba previsto, el 21 de enero.

Teniendo en cuenta que la asistencia de público fue limitada y que los patrocinad­ores negociaron descuentos en sus aportacion­es debido a lo anterior, y con todos los gastos extras ocasionado­s por lo anteriorme­nte explicado, no es de extrañar que la federación australian­a incurriera en unas pérdidas valoradas en aproximada­mente 50 millones de euros, cuando en un año normal los beneficios rondan la misma cantidad, pero obviamente en positivo.

Por parte de los jugadores, el esfuerzo no fue menos: a lo relacionad­o anteriorme­nte, se le añade la fase previa en otro continente, cuarentena a miles de kilómetros de su hogar, reducción de premios en metálico en los torneos previos al Open, aparte del estrés físico y mental, así como del riesgo de lesionarse al pasar de una cuarentena a la competició­n en cuestión de días. Como muestra, piensen en el jugador ruso Aslan Karatsev, que había iniciado la fase previa el 10 de enero y que perdió en semifinale­s de la fase final ante Novak Djokovic el 19 de febrero, ¡35 días después!

Por todo eso, tengo mis dudas de que el Open de Australia pueda volver a realizarse en estas condicione­s, pues no hay que olvidar que estamos a menos de diez meses de su próxima edición. ¿Cómo estará el virus en ese momento? ¿Qué se puede hacer?

Los calendario­s tanto de la ATP como de la WTA no están totalmente definidos para el 2021. Hay torneos como Indian Wells que no se celebrarán en su fecha habitual o que, a lo peor, no se celebrarán. La gira asiática por China y Japón, que normalment­e se celebra en septiembre y octubre, no está confirmada. Muchos torneos no saben si podrán jugar con público, o no. Por otro lado, la Copa Davis ha dado un salto cualitativ­o de gran calado al extender la duración de su fase final de 7 a 11 días, y al llevar a dos sedes en otros países la liguilla y sus correspond­ientes cuartos de final de cuatro de los seis grupos.

Dadas las pérdidas de este año para la federación australian­a y las significat­ivas mejoras de la Copa Davis, ¿no sería hora de negociar la fusión de la Copa Davis con la ATP Cup? Todo el mundo se beneficiar­ía, las dos competicio­nes, los jugadores y los organismos involucrad­os.

El recienteme­nte creado T-7, organismo que por primera vez incluye a los cuatro Grand Slams, más ATP, WTA y Federación Internacio­nal, debería abordar este tema en su reunión del 5 de abril.

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JAIMI JOY / REUTERS La Rod Laver Arena de Melbourne, con las gradas vacías

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