Àlex Rigola
Director de teatro
El Teatre Lliure revisa los 40 años del intento de golpe de Estado de Tejero y, de paso, el periodo de la transición con 23 F Anatomia d’un instant, la adaptación a las tablas del premiado libro de Javier Cercas a cargo de Àlex Rigola.
Los Mendoza son buena gente”, subraya Isabel Lamberti. La joven cineasta germano-holandesa –padre español, madre alemana– se refiere a los protagonistas de su opera prima, La última primavera, que este fin de semana se estrena en Catalunya tras haber ganado el premio Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián. Los Mendoza pasaron por un duro proceso de realojo que los despojó de su precaria pero para ellos suficiente y hogareña vivienda en la barriada de la Cañada Real de Madrid. Para este su primer largometraje, Lamberti invitó al clan gitano a recrear los días anteriores a su forzosa mudanza. Y ellos accedieron. La cinta nos descubre unas cuantas cosas sobre la que se considera una de las zonas más conflictivas de España, “que no lo es tanto ni mucho menos”. Y nos recuerda otras tantas cosas sobre lo que para unos y otros significa tener y no tener.
Los Gabarre-mendoza y su larga parentela “no necesitan tener mucho”, señala la realizadora. “Lo importante para ellos es vivir a su manera y estar con la familia. Están orgullosos de lo que son y así se muestran ante quienes llegan de fuera; sin esforzarse por presentar la mejor versión de sí mismos”, nos sigue ilustrando Lamberti.
La realizadora ya conocía a los Mendoza desde el 2014. Todo empezó en una visita a su abuela española en Madrid. Casualmente se enteró de la existencia de ese suburbio formado por asentamientos ilegales. “Mi abuela me dijo que allí no se podía entrar: justo lo que yo necesitaba para intentar ir”, dice. De aquel primer contacto salió el corto documental Volando Voy, centrado en las andanzas de los dos hermanos pequeños de la familia. Lamberti mantuvo luego el contacto con los chavales y los suyos. Siempre que venía a España iba a verles. “Estar allí me hacía sentir más libre y con un ritmo más razonable”, explica.
Cuando se enteró del realojo de los Mendoza, la directora les pidió que la ayudaran a recrear la dolorosa vivencia desde su propio punto de vista. Y “de modo diferente a cómo todo en la Cañada se representaba en los medios”: a menudo con un énfasis en el narcotráfico y los conflictos que distorsiona el día a día de la comunidad.
Las interpretaciones de los desahuciados devenidos en actores de sí mismos son efectivas. “Con cada cual utilicé diferentes trucos” señala. El hijo adolescente se mostraba “muy natural y no necesitaba mucha dirección”. El padre “tenía impulsos de sobreactuación”, pero a ella no le costó rebajarlos. Lo mismo que algunos gestos de las chicas, “demasiado autoconscientes”. Lo cierto es que el clan en pleno se llevó el premio a la mejor interpretación en el festival de Les Arcs, en Francia. Fue el culmen de otro realojo en sus vidas, este mucho más grato.
El clan gitano que se interpreta a sí mismo “no necesitaba tener mucho, sino vivir a su modo y estar en familia”