La oposición reprocha a Macron que gestione la pandemia sin consenso
La derecha habla de “parodia de democracia” y de “República del oráculo”
El sistema de gobierno centralista y extremadamente vertical que instauró el general Charles de Gaulle con la V República (1958) causa tensiones en una situación tan delicada como la presente pandemia. En los debates que hubo el jueves en el Parlamento sobre las nuevas restricciones de movilidad y el cierre de escuelas, la oposición reprochó al presidente Emmanuel Macron que gestione la emergencia sanitaria sin un mínimo consenso político y que haya cometido errores y dilaciones muy graves.
Macron no estuvo ayer ni en la Asamblea Nacional ni en el Senado. No le corresponde porque, según la Constitución, el jefe de Estado no responde ante el Parlamento sino directamente ante el pueblo que lo eligió. Fue el primer ministro, Jean Castex, quien ejerció una vez más el ingrato papel de parachoques del Elíseo.
Entre la oposición de derechas y de izquierdas se expresó hartazgo ante un modo de operar que el presidente del Senado, el conservador Gérard Larcher, definió así en una entrevista con Le Parisien: “Vivimos en la República del oráculo”. El líder de los Los Republicanos (LR) en la Asamblea, Damien Abad, lamentó que los diputados fueran convidados de piedra, que debieran votar una declaración sobre unas medidas en cuya adopción no se vieron implicados y que, con independencia del resultado del voto, el Gobierno puede aplicar de todas maneras.
Abad lo calificó de “mascarada de democracia” y “parodia de democracia”.
La alocución televisada del miércoles por la noche fue la séptima de Macron en más de un año de crisis de la covid. Cada vez se produce el mismo ritual. Durante los días previos proliferan las especulaciones y los globos sonda, a menudo lanzados por el propio Elíseo o por los ministros. Luego se producen las reuniones con los científicos, las consultas con parlamentarios y con alcaldes. Pero al final es un único hombre, el presidente, quien decide, a menudo en el último momento. Lo hace mediante una escenificación solemne, un discurso a las 20 horas precedido por los sones de La Marsellesa, el himno nacional. Todo el país está pendiente de los anuncios, del “veredicto de Júpiter”, según el senador Bruno Retailleau. Madres y padres aguardan saber si podrán llevar a los hijos a la escuela, los dueños de bares y restaurantes
El sistema muy vertical instaurado por De Gaulle en 1958 es cuestionado para lidiar con la actual crisis
si abrirán o no, los ciudadanos corrientes si podrán salir a pasear con justificante y a qué distancia de su domicilio. Todo depende, en último extremo, del arbitrio de Macron.
La ultraderechista Marine Le Pen acusó a Macron de llevar al país “al caos sanitario y económico”. El izquierdista Jean-luc Mélenchon (Francia Insumisa), con su teatralidad exagerada y aspavientos, consideró al presidente “responsable ante la historia de un desastre sanitario nunca visto”. El socialista Olivier Faure ironizó sobre las capacidades del presidente. “Ahora sabemos que también es epidemiólogo”, dijo.
Sobre el Gobierno y sobre Macron llovieron las acusaciones por el retraso y la mala organización de la vacunación, las decisiones tomadas a destiempo y las frecuentes contradicciones.
Castex defendió con energía sus decisiones y achacó a sus detractores irresponsabilidad, hipocresía y críticas destructivas. Pese al boicot de buena parte de la oposición, el voto en la Asamblea fue positivo para el Gobierno, por 348 votos a favor y 9 en contra. En el Senado, con mayoría opositora, la abstención de protesta fue todavía mayor. El Gobierno se impuso por 39 votos contra 2.