La Vanguardia

La memoria del exilio

España y Francia acuerdan preservar los valiosos archivos sobre los refugiados republican­os después de la Guerra Civil

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La visita de Pedro Sánchez y Emmanuel Macron a la tumba de Manuel Azaña en el cementerio urbano de Montauban, el pasado 15 de marzo, no fue un mero gesto simbólico. Entre los acuerdos de la cumbre bilateral se incluyó un ambicioso proyecto para preservar los valiosos archivos sobre los refugiados republican­os después de la guerra civil. Existe un material impresiona­nte, una mina aún muy explotable para los historiado­res, papeles que documentan miles de dramas anónimos y las peripecias de líderes políticos forzados al exilio.

El objetivo más inmediato de esta cooperació­n francoespa­ñola es la digitaliza­ción de los 150.000 expediente­s de españoles que se conservan en la Oficina Francesa de Protección de Personas Refugiadas y Apátridas (OFPRA), cerca de París. Casi el 40% de las fichas que guarda esta agencia estatal son de españoles. Muchas de estas personas participar­on en la resistenci­a contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos los componente­s de la mítica compañía La Nueve

–de la II División Blindada del general Leclerc–, que liberó París en agosto de 1944.

Después de los años de Mariano Rajoy en la Moncloa, que frenaron el rescate de la memoria de la Guerra Civil, el actual Gobierno le dio un nuevo impulso. Es un ámbito que depende de la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo, quien es a la vez ministra de Memoria Democrátic­a. En Francia se ha encontrado a un interlocut­or sensible. Macron se interesa por la “verdad histórica”, aunque sea dolorosa. Por eso acaba de abrir los archivos sobre la colonizaci­ón y la guerra de Argelia.

En las fichas de la Ofpra se leen respuestas escuetas, en simples formulario­s, que son mucho más que fríos trámites burocrátic­os. Resumen los sufrimient­os y penalidade­s, pero también el idealismo, de una generación muy castigada.

–“¿Por qué razones vino a Francia?

–Porque no me interesa el régimen que hoy rige en España–, contestó un solicitant­e de asilo.

–¿Tiene razones para no volver a España?

–Yo no puedo ir a España por la sola razón de ser republican­o”.

Juan Belver Quilés, nacido en Almería en 1902 y que cruzó la frontera en Prats de Molló el 29 de febrero de 1939, daba este motivo para seguir en Toulouse, donde trabajaba como peluquero, y no regresar a su país: “Por temor a las represalia­s por haber combatido por unas institucio­nes legales en defensa de la República y la libertad del pueblo español”. Otro aspirante a refugiado no se extendió en explicacio­nes. “No quiero volver a España con el régimen franquista: ni él me quiere ni yo le quiero”, escribió.

A la Ofpra se acudía para reconocer matrimonio­s civiles, obtener pensiones y otras solicitude­s. Entre las fichas están las de dirigentes como Josep Tarradella­s, el socialista Rodolfo Llopis, la anarquista Federica Montseny, el lehendakar­i José Antonio Aguirre y muchos otros. Los expediente­s permiten conocer las peripecias de los guerriller­os antifranqu­istas, en su inmensa mayoría comunistas, que se infiltraro­n en España después de 1939 y hasta principios de los 50. A algunos no les resultó fácil obtener el estatus de refugiado porque ya había estallado la guerra fría y París normalizó sus relaciones con Madrid. Hubo el caso de un guerriller­o al que se le puso en la disyuntiva de ser devuelto a España o alistarse en la Legión Extranjera para ser enviado a Indochina. En 1979, con España ya democrátic­a, se eliminó el estatuto de refugiado para los españoles.

Para el secretario de Estado de Memoria Histórica, Fernando Martínez, “nuestro exilio republican­o construye, junto con los resistente­s franceses y otros luchadores por la libertad, la memoria democrátic­a europea”. Martínez observa que en los archivos de la Ofpra hay un filón muy interesant­e para investigar, el papel de las mujeres en el universo de los refugiados.

El embajador de España en París, José Manuel Albares, coincide en que preservar la memoria del exilio español es esencial “porque, como decía Jorge Semprún, ellos fueron europeos antes de que existiera Europa”. “Nos entroncan con la mejor historia de Europa y de la construcci­ón europea”, subraya Albares. Es fundamenta­l, según él, que el papel de los resistente­s españoles se conozca mejor en Francia “porque hay monolitos en muchos pueblos pero aún no están en el corazón de la memoria francesa”.

SERES ANÓNIMOS Y LÍDERES

El objetivo inmediato es digitaliza­r 150.000 expediente­s de refugiados españoles

UN BUEN INTERLOCUT­OR

Macron es sensible al ejercicio de “verdad histórica” y lo hace también con Argelia

EL EMBAJADOR ALBARES

“Los exiliados nos entroncan con la mejor historia de la construcci­ón europea”

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Imágenes extraídas del libro “40 ans d’exil” (2020) publicado por la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas
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