La Vanguardia

Tiempos felices para comunistas

- Fernando Ónega

Escena histórica n.º 1.- Año 1975. Juan Carlos de Borbón, todavía príncipe, envía a Manuel Prado a negociar con Carrillo, entonces en el exilio, a través de su gran amigo Ceausescu. Mensaje: que el PCE no boicotee su proclamaci­ón como rey. Contrapart­ida: el PCE será legalizado “cuando se den las circunstan­cias”.

Escena histórica n.º 2.- Sábado Santo de 1977.- Adolfo Suárez legaliza el PCE. La España democrátic­a lo celebra como un acto de valentía. Malestar máximo en el ejército. Se acentúa el ruido de sables. Dimite el ministro de Marina. Pero todos los partidos pueden concurrir a las urnas del 15 de junio.

Escena reciente n.º 1.- Isabel Díaz Ayuso, aspirante a su reelección como presidenta de la Comunidad de Madrid, lanza su eslogan: “Comunismo o libertad”.

Escena reciente n.º 2.- Pedro Sánchez se hace una foto con sus cuatro vicepresid­entas. Valor del documento: no hay nada igual en Europa. Se podría hacer otra foto con los ministros del Partido Comunista. Tampoco existe un caso así en la Unión. A los nombres de Yolanda Díaz y Alberto Garzón se añade el nuevo secretario de estado de Agenda 2030, Enrique Santiago. Es la primera vez que un secretario general del PCE forma parte del Gobierno. No incluyo en la imaginaria foto a los militantes de Podemos, aunque desde la derecha se hable de gobierno socialcomu­nista. Una vicepresid­enta, un ministro y un secretario de Estado del PCE es un hecho fascinante para quienes hemos vivido la transición y es una imagen muy elocuente del cambio de este país. El comunismo fue demonizado durante 40 años. Después, jamás fue visto como opción de gobierno. Cayó el muro de Berlín y se desmontaro­n las Repúblicas Socialista­s Soviéticas. Hoy casi todas las naciones europeas se gobiernan en coalición, pero en ninguna hay comunistas. España es la excepción. Tuvo que darse para ello la coincidenc­ia en el poder de un personaje iluminado como Pablo Iglesias, un gobernante tan necesitado como Pedro Sánchez y una monarquía tan democrátic­a como la de Felipe VI.

Al frente de ese renacido comunismo y de su socio Podemos, ya unidos en las siglas UP, se sitúa Yolanda Díaz, ungida por un Iglesias en retirada estratégic­a. Es la comunista que tiene poco que ver con las imágenes clásicas: su tarjeta de presentaci­ón es la sonrisa; su estilo es el afecto y la proximidad, y busca el acuerdo, no la confrontac­ión con la gran empresa o el fantasma del Ibex. Incluso su patrimonio avala su ideología: 25.227,95 euros, “80 veces menor que el del ministro más rico”, dijo un diario.

Tiempos felices para el comunismo en España, pero ya veremos qué hace la Comisión Europea. De momento, su vicepresid­ente económico, Valdis Dombrovski­s, pidió una reforma laboral integral y ambiciosa. Obviamente, su integral no es el del pacto con Bildu. Y lo trascenden­te: no creo que sea una casualidad. Su discurso, idéntico al interno de Nadia Calviño, es un mensaje clarísimo a Yolanda Díaz. Y tiene un argumento de eficacia feroz: la reforma laboral puede condiciona­r los fondos europeos de recuperaci­ón. En España gobierna la izquierda; en Europa, la ortodoxia del capital.

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ÀLEX GARCIA La vicepresid­enta Nadia Calviño
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