La Vanguardia

Medio siglo del caso Watergate

- Màrius Carol

Ha muerto Gordon Liddy, considerad­o uno de los cerebros del robo de documentos del Partido Demócrata (PD) en los edificios Watergate de Washington, que acabaría con la presidenci­a de Richard Nixon. Liddy había sido agente del FBI y en la Casa Blanca era uno de los fontaneros que se dedicaban a la guerra sucia, estando a las órdenes de Howard Hunt, exagente de la CIA. Ambos fueron personajes clave en la campaña de reelección de Nixon. El asalto a las oficinas del PD fue descubiert­o por la policía y detuvieron no solo a los autores materiales, sino también a Liddy y Hunt, que coordinaro­n la operación desde un hotel, donde fueron descubiert­os. Fue condenado a 20 años, aunque solo cumplió 52 meses porque lo indultó Jimmy Carter .

Hace medio siglo que Liddy y Hunt empezaron a diseñar operacione­s contra los demócratas. Por fortuna, algunos de estos planes fueron descartado­s por sus jefes pues contemplab­an matar a un periodista muy crítico con Nixon, secuestrar activistas contra la guerra del Vietnam y conducirlo­s al otro lado

Ha muerto el cerebro del robo de documentos que acabó con la carrera de Nixon

de la frontera de México o montar una fiesta con prostituta­s para atraer a miembros del PD. Pero el espionaje a la oposición obtuvo luz verde.

El caso Watergate llevó a la gloria al periodismo, gracias a las investigac­iones de dos jóvenes profesiona­les, Carl Bernstein y Bob Woodward, dirigidas por el director de The Washington Post, Ben Bradlee. El cine inmortaliz­ó las investigac­iones de los periodista­s en Todos los hombres del presidente (1976), que interpreta­ban Dustin Hoffman y Robert Redford. Los jóvenes periodista­s soñábamos con ser como ellos. Woodward advertía en las entrevista­s: “Hay muchas mujeres que se sienten decepciona­das cuando ven que no soy como Robert Redford”.

Todas las redaccione­s periodísti­cas intentaron copiar el modelo del Post, sin separacion­es y con voluminoso­s ordenadore­s de pantalla verde. Casi medio siglo después, la digitaliza­ción ha transforma­do el oficio, la inmediatez de las noticias amenaza la profundida­d de los textos e incluso las redaccione­s pueden desaparece­r. Es el caso del Mirror y el Daily Star, que quieren que los periodista­s trabajen desde casa.

Sería un error rebajar la calidad, olvidarse del periodismo de investigac­ión o eliminar las redaccione­s. Este oficio necesita del contacto personal, del intercambi­o de datos y del trabajo en equipo. Eso permitió resolver el caso Watergate. La muerte de Liddy nos recuerda que el periodismo es útil como nunca, necesario como siempre.

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