El hombre que atacó el Capitolio con su coche padecía problemas mentales
Un hombre consumido por sus problemas mentales, adicción a los tranquilizantes y una profunda religiosidad. Es el perfil trazado por familiares y amigos de Noah Green, el individuo abatido a tiros el viernes por la policía tras embestir su coche contra una de las barreras de acceso al Capitolio de Estados Unidos y atacar a los agentes con un cuchillo. Uno de los policías implicados en el ataque, William Billy, un veterano con 18 años de servicio en el cuerpo, murió poco después como consecuencia de las heridas sufridas. El otro permanece hospitalizado. Green, de raza negra y de 25 años de edad, fue declarado muerto al llegar al hospital.
Su hermano Brendan temía que pudiera hacer algo desde que el jueves abandonó violentamente el apartamento que compartían en Virginia y le envió un mensaje de despedida, ha contado a The Washington Post. Decía que iba a vivir en la calle pero menos de 24 horas después apareció en Washington y embistió con su coche una de las barricadas de acceso al Congreso. Aunque la presencia de un cuchillo en la escena del ataque llamó la atención, la policía descartó desde el primer momento el móvil terrorista.
Los compañeros de los primeros años de universidad de Greene lo recuerdan como un estudiante y un atleta modelo, en los últimos años sufría ataques paranoicos. Acusaba a sus excompañeros de la universidad de haberlo drogado con Xanax. Era adicto al medicamento, tenía alucinaciones, palpitaciones y pensamientos suicidas, según su hermano. Creía que el Gobierno y la CIA le espiaban y que le habían utilizado para hacer experimentos contra su voluntad. En los últimos años se había hecho seguidor de Louis Farrakhan, líder del grupo separatista islámico afroamericano Nación del Islam.
El agente Evans, recordado por sus amigos y familiares como un hombre cariñoso y bromista, fue uno de los dos policías que a la una de la tarde del viernes vigilaban la barrera contra la que Green empotró su coche. No está claro si falleció como consecuencia de las heridas sufridas en el atropello o por las asestadas por el individuo con el cuchillo que portaba. Evans, calificado de héroe por los líderes del Congreso y el presidente Joe Biden, es el segundo miembro de la policía del Capitolio que muere este año en acto de servicio. Golpeado con un extintor por los manifestantes pro Donald Trump que irrumpieron en el edificio el 6 de enero, el oficial Brian Sicknick resultó muerto. El asalto provocó el levantamiento de un perímetro de seguridad sin precedentes alrededor del complejo del Congreso. Los planes para levantarlo han quedado ahora en el aire.