La Vanguardia

Escocia, Brexit, austeridad y gobierno de coalición

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David Cameron llegó al poder en el 2010 como el primer ministro más joven desde Lord Liverpool dos siglos antes, aprovechan­do el desgaste de un Labour marcado por el fiasco de la guerra de Irak y las interminab­les batallas internas entre Tony Blair y Gordon Brown, tras convencer a los británicos –un pueblo naturalmen­te conservado­r– que la culpa de la gran crisis financiera no la tenían los bancos y el capitalism­o descarnado, sino el partido Laborista por haber derrochado el dinero de los contribuye­ntes.

Se convirtió en el rey de los referéndum­s. Ganó el primero, consiguien­do que se mantuviera el sistema electoral mayoritari­o en vez de uno proporcion­al. Y también el segundo, aunque con el corazón en un puño, cuando finalmente los escoceses decidieron por un 55% a un 45% mantener la Unión. Como los ludópatas que se sienten en racha en el casino, pensó que era imbatible y se lo jugó todo en la ruleta del Brexit, convencido de que el país tendría miedo a navegar en solitario y preferiría seguir haciéndolo en la embarcació­n imperfecta pero segura de la Unión Europa. Y se equivocó. El error de cálculo no solo va a marcar la historia del país en las próximas décadas, sino que le costó su carrera política. A la mañana siguiente dimitió con dignidad, dando paso a una pugna por el liderato conservado­r que ganó Theresa May. Al margen de los referéndum­s, su legado fue el de seis años de una austeridad que ahora la mayoría de economista­s estiman que fue tan exagerada como innecesari­a, y complicó aún más la crisis. Los trabajador­es no han recuperado aún el poder adquisitiv­o perdido con los recortes, la contribuci­ón del Estado a los municipios sigue siendo la mitad de lo que era en tiempos de Blair, y biblioteca­s, piscinas y polideport­ivos que fueron cerrados por su Administra­ción en distritos deprimidos continúan sin abrir. Engatusó a los liberales para formar parte de un gobierno de coalición, pero no les dio nada a cambio, y desde entonces son una fuerza política a la deriva que ha perdido el papel de bisagra entre tories y el laborismo.

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