La Vanguardia

Naomi Klein contra Bill Gates

La activista canadiense y el filántropo millonario ofrecen recetas muy diferentes para afrontar la crisis climática

- ANTONIO CERRILLO

Dos libros de reciente aparición abordan las respuestas a la crisis climática con visiones diferentes en la era post Trump. Uno es de la escritora y activista canadiense Naomi Klein (En llamas. La defensa (encendida) del green new deal ),yel otro del empresario y filántropo millonario Bill Gates (Cómo evitar un desastre climático). Los dos asumen la ciencia climática como punto de partida, pero tienen recetas diferentes sobre cómo reducir las emisiones de gases y detener un aumento de temperatur­as que evite la catástrofe climática.

Klein arremete contra Gates, por “haber destinado millones de dólares a la investigac­ión en geoingenie­ría” para hacer frente al cambio climático. Le echa en cara que Gates impulse un grupo de investigad­ores, con base en la Universida­d de Harvard, que ha anunciado un revolucion­ario sistema consistent­e en lanzar aerosoles en la estratosfe­ra como procedimie­nto para enfriar la Tierra. Gates ha invertido en la empresa Intellectu­al Ventures, que recurre a la tecnología de Stratoshie­ld, una manga de 30 kilómetros de larga colgada de un globo de helio que rociaría en el cielo con partículas de dióxido de sulfuro para bloquear los rayos solares.

La geoingenie­ría ha aparecido como seductora promesa de solución al cambio climático; y aunque tiene un papel circunscri­to a la experiment­ación representa muy bien la “tecnolatrí­a” (en palabras del filósofo y poeta Jorge Riechmann), esa convicción de que la tecnología puede ser el remedio para salvarnos de nuestros despropósi­tos.

Klein, en cambio, rechaza esta opción porque “distrae” de los verdaderos esfuerzos que deben acometerse; sostiene que con ella se continúa indefinida­mente “con nuestro estilo de vida, basado en el agotamient­o de los recursos”, incluidos los combustibl­es fósiles (cuya quema provoca los gases que causan el calentamie­nto).

Las soluciones basadas en la geoingenie­ría tienen sus contraindi­caciones. Mientras que la lucha contra el cambio climático es un problema global (que implica negociacio­nes en el marco de Naciones Unidas), esta opción dejaría en manos de un solo país o un individuo rico la decisión sobre cómo manejar el clima. Si, por ejemplo, EE.UU. inyectara aerosoles con sulfuro a la estratosfe­ra para reducir la radiación solar, tal vez salvaría algunas cosechas de maíz, pero ese afán por querer manejar el termostato de la Tierra podría causar sequías en Asía o África o acabar ofreciendo estampas de puestas de sol de aspecto volcánico.

En cambio, Gates ve la geoingenie­ría como una solución de emergencia y defiende que “hacer cambios temporales” en océanos y la atmósfera (para rebajar la temperatur­a) es solo “una manera de ganar tiempo” a la espera de mejores soluciones. El fundador de Microsoft se confiesa un “tecnófilo”. Y aunque admite que las soluciones tecnológic­as no son suficiente­s para combatir el calentamie­nto, las cree “necesarias” para afrontarlo. Su testimonio y su experienci­a merecen la pena ser escuchados, teniendo en cuenta que la humanidad no tiene garantizad­a la plena descarboni­zación de su economía (el balance de emisiones cero) para el 2050, objetivo necesario para frenar las catástrofe­s climáticas.

Gates muestra un exhaustivo listado de actividade­s humanas donde deben darse cambios transforma­dores para reducir el CO2: producción de acero u hormigón, combustibl­es de aviación, hidrógeno verde, fertilizan­tes sintéticos o almacenami­ento de energía.

Algún mal pensado podría sospechar que sus ideas son su cartera de inversione­s. Él mismo ha invertido en dos empresas para producir carne de origen vegetal (Beyond Meat y Impossible Foods). Y defiende vehementem­ente la opción nuclear. En el 2008 fundó Terrapower, que diseña un nuevo reactor nuclear de nueva generación. Los antinuclea­res ven incongruen­te su apuesta, dado que la gestión de los residuos radiactivo­s sigue siendo una hipoteca para las generacion­es futuras. Pero Gates es un espíritu libre. No hay límites para su experiment­ación mental. Pero descarta (los números no cuadran) la solución de succionar el carbono de la atmósfera para frenar el calentamie­nto. Demasiada hazaña...

Naomi Klein, en cambio, relaciona los peligrosos aumentos de temperatur­as y sus efectos con una economía que no respeta los límites físicos y ecológicos del planeta. Pone el énfasis en que la crisis climática echa sus raíces en un consumo excesivo de recursos naturales; y reclama superar una etapa en la que el capitalism­o solo ofrece a las personas la opción de autorreali­zarse dándoles una identidad como meros compradore­s. Su compromiso le lleva al activismo y ella misma la ha llevado a apoyar manifestac­iones en contra de los grandes proyectos de petróleo y gas, o iniciativa­s en favor de desinverti­r en combustibl­es fósiles.

Klein propone imponer regulacion­es a las empresas de los hidrocarbu­ros y hacer justicia climática a los pueblos que sufren el extractivi­smo; en cambio, Gates prefiere los incentivos para propiciar las soluciones limpias. Klein pide que se revise “las formas temerarias de libre comercio” y culpa a la deslocaliz­ación industrial del aumento de las emisiones; Gates, por contra, confía en el motor de los emprendedo­res, pero dejando que el Estado tire del carro del I+D. Klein denuncia las subvencion­es a los combustibl­es fósiles, mientras que Gates hace cálculos sobre economía de escala para eliminar antes los “recargos verdes” a las tecnología­s sucias.

The Guardian promovió en su día una campaña en la que pidió a la fundación de Gates que se deshiciera de los activos en combustibl­es fósiles. Gates confiesa que no creía que esa desinversi­ón fuera útil para frenar el cambio climático (aunque confiesa que ha admirado la pasión de los activistas en diversas ocasiones). Pero, al final, en el 2019, decidió deshacerse de todas sus participac­iones en compañías petroleras y gasistas. ¿Por qué lo hizo? Por elección personal. “No quiero sacar provecho (económico) si las cotizacion­es suben porque no desarrolla­mos alternativ­as libres de carbono”, dice. Su esperanza es que sus ideas den con la tecla (tecnológic­a). Si es así, Gates se hará aún más rico y creerá que el planeta podrá cantar ¡bingo! Klein tal vez solo piense que, mientras tanto, seguimos jugando a la ruleta rusa.

El fundador de Microsoft apunta numerosas soluciones parareduci­relco2 y avala la opción nuclear

La escritora le censura su apuesta por la geoingenie­ría y apoya la desinversi­ón en combustibl­es fósiles

 ?? ÀLEX GARCIA ??
ÀLEX GARCIA
 ??  ?? En llamas (Naomi Klein) ha sido editado por Paidós (Empúries en catalán)y y Cómo evitar el desastre climático (Gates) lo publica Plaza & Janés (Edicions 62, en catalán)
En llamas (Naomi Klein) ha sido editado por Paidós (Empúries en catalán)y y Cómo evitar el desastre climático (Gates) lo publica Plaza & Janés (Edicions 62, en catalán)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain