La Vanguardia

Colosos para el ocio

El sector de los megayates sigue creciendo: ya hay más de 170 barcos de recreo que superan los 75 metros de eslora

- JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL

‘AZZAM’

Se llama Decidido (Azzam en árabe) y con 180 m es el yate de mayor eslora del mundo. En servicio desde el 2013, fue un encargo del emir de Abu Dabi y presidente de Emiratos Árabes a los astilleros alemanes Lürssen.

El Christina de Aristotele­s Onassis, el Sarina de Loel Guinness, el Talitha de los Getty o el Delphine de la familia Dodge fueron los primeros barcos de recreo célebres. En la segunda mitad del siglo pasado el número de megayates, embarcacio­nes de recreo de más de 40 metros de eslora, se limitaba a algunas familias reales, magnates del petróleo, la alimentaci­ón, el cine o la industria. Estos navegaban por el mundo en sus barcos, mezclando tiempo de ocio con negocios, influencia y exhibición de su músculo financiero.

Desde finales del siglo pasado y durante las dos primeras décadas del XXI, el sector de los grandes yates se ha disparado y lo que antes era una excepción hoy constituye un enorme negocio que gira alrededor del tiempo libre de personas de bolsillos muy desahogado­s: en el 2021 se contabiliz­an 170 yates con más de 75 metros de eslora, de los que 55 pasan de los 100, cifra que sigue creciendo gracias a los astilleros especializ­ados que trabajan a todo ritmo en nuevas construcci­ones.

Durante varios meses, el Azzam, el yate más grande del mundo por eslora, (hasta ahora) ha permanecid­o en el puerto de Cádiz, preparado siempre para recibir a su propietari­o. Esta misma semana ha navegado hasta Vigo para someterse a un chequeo, como también lo ha hecho el enorme velero A, mientras que el Dilbar, que es también el yate más grande del mundo, aunque en su caso por tonelaje, lleva varias semanas en el puerto de Barcelona.

“El crecimient­o de este sector evidencia que la riqueza de algunos es enorme: quieren un gran yate y lo encargan a la carta”, indica Judith Estrella, copropieta­ria de Charter & Dreams, empresa especializ­ada en el alquiler y la gestión de yates de diferentes propietari­os tanto en Barcelona como Eivissa y Mallorca.

‘FULK AL SALAMAH’

Construido en el 2016 por Mariotti, astillero italiano especializ­ado en yates de lujo, el Fulk Al Salamah ,de 165 m , es uno de los dos yates de los Al Busaidi, la familia real de Omán y ejerce como embajada flotante de ese sultanato.

“Al margen de los barcos en propiedad, el boom han sido los charters o alquileres semanales. El yate más grande del mercado de alquiler es actualment­e el Flying Fox de 136 metros, con capacidad para 25 huéspedes atendidos por 55 tripulante­s que se alquila por 3,5 millosino nes de euros a la semana”, indica Estrella, que añade que a un precio así se le han de sumar extras (tasas, combustibl­e, comidas, bebidas…)

El Flying Fox es el nivel más alto de los barcos de alquiler y cifras igualmente elevadas se mueven en otros buques de diferentes esloras, lo que hace que la escala o estancia de un yate genere un importante estímulo económico y laboral. “Tenemos un trabajo que ha de ser tan discreto como efectivo: representa­mos las necesidade­s e intereses de los yates en los destinos y todo tiene que funcionar como un reloj”, comenta Susana Fornieles, reconocida consignata­ria y agente de yates

‘ECLIPSE’

Es el barco de recreo más grande de la flota del empresario rusoisrael­í Román Arkádievic­h Abramóvich. Fue construido por la firma alemana Blohm+voss en el 2010 y mide 162,5 metros, medio metro más largo que el yate Dubai.

que podría resumir su profesión en circunstan­cias normales como la de ser la encargada de resolver todas las necesidade­s de tripulante­s y huéspedes de los yates: desde la gestión del combustibl­e a conseguir un helicópter­o, poder reservar mesas en restaurant­es muy cotizados, traslados de tripulacio­nes o detalles tan curiosos como conseguir unos aperitivos picantes que no se encuentran en todo el país a petición de alguna celebridad. De lo más grande a lo más pequeño.

El crecimient­o de este sector ha llevado también a la especializ­ación de los puertos deportivos, que ya no tan solo acogen lanchas y veleros, que han adaptado sus instalacio­nes a estas grandes esloras y han creado a su alrededor un espacio a la altura de la demanda. Este sería el caso de Marina Port Vell en Barcelona, Puerto Calero en Lanzarote, el clásico Puerto Banús en Marbella o Port Adriano en Mallorca, aunque posiblemen­te sea en Eivissa donde esta oferta se haya redondeado más: “Hemos evoluciona­do a medida que el cliente también lo hacía y eso ha sido la clave para que las grandes esloras vinieran a amarrar a nuestras instalacio­nes” indica a La Vanguardia Daniel Marí, gerente de Marina Ibiza y Marina Port Ibiza, instalacio­nes en la capital de la isla que en los últimos años se han puesto al nivel de las mejores marinas del mundo; algo que con el añadido de su localizaci­ón y cercanía a Formentera las han catapultad­o en prestigio y, de nuevo, en economía inducida. “Podíamos tener el puerto más moderno del mundo, aunque al mismo tiempo hemos buscado que sea acogedor y sostenible, dado el destino en el que se encuentra, y tenemos una oferta complement­aria al amarre muy selectiva en ocio y comercio, con servicios exclusivos y atención personaliz­ada para un tipo de cliente muy exigente”, reconoce Marí que confía que los grandes yates vuelvan a visitar sus amarres esta temporada.

Algunos se pueden alquilar, como por ejemplo el ‘Flying Fox’, por 3,5 millones de euros a la semana

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MORELL / EFE
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