La Vanguardia

“Un diario no debe adoctrinar sino informar con la cabeza fría”

Màrius Carol, periodista y escritor, que publica ‘El camarote del capitán’

- XAVI AYÉN

Aveces parece Gary Cooper en Solo ante el peligro mientras silban las balas del procés y las intrigas políticas. Otras, el lector le envidia por lo bien que se lo está pasando, como si fuera un niño grande y disfrutón entre los grandes personajes de la historia. Màrius Carol (Barcelona, 1953) publica El camarote del capitán (Destino), las memorias de sus agitados años de director de La Vanguardia

–entre 2013 y 2020–, olvidando los corsés a los que el cargo le obligaba. En ellas revela tanto el funcionami­ento interno de un gran periódico y las presiones que recibe como elementos de los acontecimi­entos de los que tuvo que informar, entre ellos jugosas anécdotas (y hasta watsaps) de personajes como el rey Felipe, Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Carles Puigdemont, Jordi Pujol y muchos otros. Carol retoma así su faceta de autor de libros –cinco novelas y una docena de ensayos previos–, en una obra que llegará a las librerías el miércoles. Nos recibe en su despacho de consejero editorial del Grupo Godó –diez plantas más arriba de la redacción del diario– adonde se ha llevado sus retratos de Marilyn Monroe con tutú y de John F. Kennedy en su campaña para el Senado, que parecen mirarse mientras hablamos.

¿Por qué ha escrito este libro?

Mirar por el retrovisor te ayuda a ver si la conducción fue correcta. No es tanto un acto de nostalgia como una manera de revisar el trabajo hecho. El periodismo es muy inmediato y escribir lo vivido es una manera de reflexiona­r sobre las cosas, sobre lo que hicimos y sobre el oficio, que atraviesa tiempos difíciles. Es una memoria de unos años donde pasó de todo, tiene un gran peso la política. En seis años, abdicó el rey de España, cayó el presidente del Gobierno por una moción de censura, Jordi Pujol descendió a los infiernos, tuvimos tres presidente­s de la Generalita­t, se declaró la independen­cia, los altos cargos del Govern acabaron en la cárcel y unos cuantos en el exilio, incluso el presidente del Barça estuvo en prisión.

Explica cosas que no se conocían...

Tampoco rompo ningún secreto de Estado. Por ejemplo, cuento que el ministro José Manuel García-margallo tenía un proyecto de nueva Constituci­ón, escrito y todo, para encajar a Catalunya en España... Un día me llamó: ‘Me gustaría explicarme y hacer un debate con Oriol Junqueras’. Pensé que sería un espectácul­o televisivo y lo emitimos por 8TV, fue el récord de audiencia de la cadena. Al acabar, me preguntó mi opinión y le dije que Junqueras le ganó la mano porque vendía un discurso de felicidad, mientras que él se lamentaba del desastre que viviríamos. En un debate entre paraíso e infierno, ¿quién gana? Eso es bastante lo que ha pasado estos años, las emociones se han impuesto. La aceleració­n de acontecimi­entos y el vértigo de los sentimient­os hace difícil el ejercicio del periodismo.

¿Por ejemplo?

Como director, viví momentos intensos, con algunos suscriptor­es que se daban de baja, gente que no había sido nunca independen­tista pero que ahora lo eran y no entendían por qué el diario no seguía la misma evolución. Yo contestaba algunas cartas educadas, no las que me insultaban. Les decía que nosotros explicábam­os lo que pasa, que este diario no ha querido nunca adoctrinar a nadie, sino mantener la cabeza fría y la tensión informativ­a bien alta. La Vanguardia es espejo y foco de la sociedad, como decía Gaziel. Y, con respeto, advertimos que íbamos hacia el precipicio. Nosotros éramos y somos un espacio de encuentro. Estuvimos pidiendo elecciones, elecciones y elecciones, que es lo que quería Carles Puigdemont, él no quería declarar la independen­cia. Es un hombre con una duda hamletiana: ¿qué hago? ¿Soy un traidor a mi país?

Retrata la redacción como una familia.

Yo dejaba la puerta de mi despacho siempre abierta, no te puedes quedar en la torre de marfil. Hay todo un mundo que te invita a encerrarte a intrigar, pero a mí me gusta hablar con la gente de las secciones. Ya no estamos en la época donde Horacio Sáenz Guerrero se comunicaba con el editor con notas manuscrita­s que le hacía llegar, cosa que para los historiado­res es muy buena porque queda constancia de todo. Aquí tengo grandes amigos. Pasas más horas con los compañeros que con nadie.

Explica cosas del operativo de las urnas del referéndum...

Supe después de que una secretaria mía era suplente para esconderla­s... Esta redacción se parece mucho a la sociedad catalana, hay muchos independen­tistas, como en todas partes, y gente de todas las ideologías y opiniones. Por eso sabemos mejor que nadie que no podemos ofender nunca a los lectores, que el único límite del debate es el insulto. Solo haces un buen diario con un buen clima de trabajo. Yo intenté siempre crearlo. Somos un diario independie­nte, que nunca gusta a todo el mundo. Por ejemplo, hicimos una portada muy clara tras las cargas policiales contra las familias que iban a votar. O también explico encuentros no siempre amables con algún gran empresario.

Algunos se sorprender­án al verlo tan crítico con el discurso del rey de después del 1-O.

Y con mucha otra gente. Hay cosas que decimos desde los editoriale­s y otras son mis opiniones personales. La línea que tiene este diario le hace recibir palos por todas partes porque no entramos en la polarizaci­ón.

Se ve que se lo pasa muy bien e incluso habla de la adrenalina y la sensación de poder...

Hay de todo. También comento que empecé a tomar pastillas para dormir, por primera vez en mi vida. Por el hecho de ser director no te vacunan antes pero, cierto, te llama el presidente del Gobierno al móvil, vas a las comidas oficiales con mandatario­s extranjero­s, charlas con el presidente argentino, Mauricio

Macri, sobre Messi... Un día, Mariano Rajoy me aconsejó: “No tomes nunca una decisión si tienes tiempo por delante, porque en el 80 o 90% las cosas se arreglan solas”. ¡Caray! Me quedé pensativo: ¿qué pasa en el otro 20% de los casos? Pues pasa lo que ha pasado aquí. Otra frase suya fue: “Estate tranquilo, que yo no enviaré los tanques por la Diagonal”. No me calmó mucho...

¿Cómo ha reconstrui­do tantos episodios con esta precisión, incluso los diálogos? Encontramo­s detalles hasta de lo que comen...

Conservaba todas mis agendas, un cajón de notas, cartas, e-mails, mensajes. Buena parte de este trabajo sucede en un restaurant­e, un director tiene la agenda llena. La concreción da credibilid­ad al relato.

Visita palacios y prisiones.

Sí, en la prisión vi a Oriol Junqueras en una especie de aula, la sensación era la de estar en un instituto, pero después ves las rejas, los controles, te vas y piensas que aquella gente se ha quedado dentro. Raül Romeva me envió un libro con un dibujito y me emocioné, Pedro Sánchez me dijo que entendía cómo me sentía. El factor humano tendría que ser más importante en política, hay que ir más allá de esos asesores que solo piensan en cómo joder al rival.

¿Qué futuro tienen los diarios?

El editor Arthur Sulzberger, de The

New York Times, fue el primero en vaticinar el fin de los diarios de papel, que fechó en el 2014. Aquel mismo año concedió una entrevista diciendo: ‘Me equivoqué’. Hoy su diario tiene 8 millones de suscriptor­es, y unos 800.000 ejemplares de papel vendidos cada día. Ya tienen más ingresos procedente­s de lectores que de la publicidad, eso da mucha independen­cia. El papel no morirá, las nuevas generacion­es vuelven a él como contrapunt­o a las pantallas.

Lo vemos, en el libro, redactando titulares históricos.

Eso me lo dijo el editor, Javier Godó: ‘En el editorial di lo que creas pero pensando que, el día en que no estemos, la gente tiene que sentirse orgullosa de cómo su diario afrontó los hechos’. Como mínimo, no hemos dañado La Vanguardia, el diario más plural. Aquí hay la voluntad de que haya siempre muchas voces, esta coralidad que permite que todo el mundo se pueda identifica­r con determinad­as firmas, otros diarios son de pensamient­o único.

Ahora vuelve a ser escritor...

No he dejado nunca de escribir. Claudio Magris, que también fue columnista, me decía que justamente los artículos le costaban mucho. Un proyecto que tengo es escoger y comentar grandes relatos literarios surgidos del periodismo (Gay Talese, Truman Capote...), junto a reflexione­s mías sobre el oficio.

¿Qué otros proyectos tiene?

Con Javier Godó siempre decíamos que haríamos sus memorias “cuando seamos mayores”... y nos hemos puesto. Redactadas en primera persona, explicando cómo el más pequeño de una familia de seis hermanos pasa a dirigir la empresa, tarea para la cual no estaba predestina­do.

¿Ninguna novela?

Tengo un proyecto que hace años que me ronda, basado en una historia familiar de Guerra Civil y posguerra, y el ajedrez como relación entre padre e hijo. Y más cosas: un libro de viajes sobre Londres, y uno juvenil sobre Alí Bey, gran viajero.

“La aceleració­n de los acontecimi­entos y el vértigo de sentimient­os lo hacen difícil”

“El único límite del debate es el insulto, yo he intentado siempre crear un buen clima”

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 ?? PEDRO MADUEÑO ?? En el camarote Màrius Carol lee la prensa en su despacho de director, en el año 2014. Desde allí tuvo acceso de primera mano a los convulsos episodios políticos cuyos entresijos ahora desvela en El camarote del capitán (Destino), que se pone a la venta el miércoles.
PEDRO MADUEÑO En el camarote Màrius Carol lee la prensa en su despacho de director, en el año 2014. Desde allí tuvo acceso de primera mano a los convulsos episodios políticos cuyos entresijos ahora desvela en El camarote del capitán (Destino), que se pone a la venta el miércoles.

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