¿Qué gran compositor comía literalmente por tres?
El músico del que nos ocupamos es de los más grandes de la historia, en todos los aspectos. Un genio, sin duda. Nació en 1685 en Halle –entonces Prusia, hoy Alemania–, aunque trabajó y vivió en Gran Bretaña, donde adoptó su segunda nacionalidad. Compuso 43 óperas y 26 oratorios, entre ellos El Mesías, así como un total de 78 obras orquestales –incluidos 57 conciertos de distinto rango–, dos sinfonías y 68 piezas de cámara.
Pero, como todo el mundo, el genio tenía sus pecados. Destacaban los de la ira y la gula. No solo era capaz de amenazar a una soprano con arrojarla por la ventana, sino también de deshacerse así de un perro que le molestaba por desafinar. Los ataques de ira pudieron contribuir a la mala salud de Georg Friedrich Händel, pero sobre todo su sedentarismo y su desmedido apetito.
La voracidad de Händel queda bien retratada en el relato recogido hace unos años por el musicólogo francés Gilles Cantagrel. Según él, un día el maestro entró en un mesón donde no lo conocían. Pidió menú para tres personas. Como el tiempo pasaba y la comida no llegaba, el ya impaciente y hambriento músico llamó al mesonero y le preguntó por qué tardaba tanto en servir. El hombre explicó que estaba esperando a que llegaran los otros dos comensales. A lo que Händel replicó, hecho una hidra: “¡Yo soy los comensales! ¡Servidme la cena de una vez!”.
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