La Vanguardia

Polémica por acusacione­s de pederastia contra Foucault

El escritor Guy Sorman revela “crímenes innobles” del filósofo

- ÓSCAR CABALLERO

A mi derecha, Berl Zormann, más tarde Guy Sorman, escritor neoliberal nacido en Francia, en 1944, de judíos apátridas huidos de Polonia. Autor prolífico y muy traducido –una veintena de títulos en España– está promociona­ndo su nuevo ensayo, Mon dictionnai­re du bullshit (del pensamient­o basura).

A mi izquierda, pero bajo tierra, Paul-michel Foucault (1926-1984), célebre por su crítica de las institucio­nes sociales y autor de una historia de la sexualidad. Militante homosexual, teorizador de poder y contra poder, víctima del sida.

En el Sunday Times, primero, en la televisión francesa después, Sorman denunció, con seis décadas de retraso, los “crímenes innobles“(pederastia sobre tumbas) que habría cometido el difunto. Para situarse: en 1965 Foucault, contratado por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Túnez, se establece en Sidi Bou Saïd, en los alrededore­s de la capital. Años de agitación estudianti­l. A Sorman, que pasaba sus vacaciones pascuales en el mismo pueblo, lo turba un recuerdo: “Foucault paseaba rodeado de chiquillos de ocho a diez años a los que arrojaba monedas y daba cita: esta noche a las 10 en donde sabéis”. Sorman sabía: en el cementerio, desenfreno sobre lápidas.

“Eran cosas absolutame­nte innobles”, califica. Y le remuerde la conciencia por no haberlo denunciado en su momento. Curioso gesto de autocompas­ión. Su nuevo libro, dirigido a un público especializ­ado, se ha vuelto transversa­l con esta denuncia de pedofilia.

Desde Sidi Bou Saïd, Frida Dahmani titulaba en Jeune Afrique, “Michel Foucault no era pedófilo, le atraían los jóvenes efebos”. Entre comillas, porque lo dice Moncef Ben Abbes, quien puntualiza: “Eran muchachos de 17 o 18 años con quienes Foucault mantenía breves encuentros en el bosquecill­o, bajo el faro, junto al cementerio”.

Como a Foucault se lo acusó de muchas cosas pero nunca de pedofilia, Sorman matiza que “hacía, en Túnez, lo que no hubiera osado hacer en Francia”. Es decir, “una actitud colonialis­ta”. Y critica el silencio de las autoridade­s tunecinas de la época. Tampoco cuela esto para Jeune Afrique: “Al contrario, las enseñanzas de Foucault, asceta y hombre introverti­do que en su casa de la plaza Sidi Hassini escribió Arqueologí­a del saber, daban urticaria a las autoridade­s”

El exdecano de la facultad tunecina y discípulo de Foucault, Fati Tricki, califica de “malsanas” las acusacione­s de Sorman. Tardías y arriesgada­s. “No asistencia a persona en peligro” es un delito calificado. Por lo menos en Francia.

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BETTMANN / GETTY Michel Foucault

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