Los inicios perdidos del creador
Como suele ser bastante habitual en su manera de hacer, Nils Frahm vuelve a sorprender musicalmente al aficionado, en esta ocasión aprovechando que se celebraba el pasado lunes el Día Mundial del Piano (una celebración, por cierto, coideada por él en el 2015, y que el pasado año ya festejó con Empty). Una oportuna razón para que el inquieto compositor, productor, programador y pianista alemán se lance al vacío del piano solo con un álbum titulado Graz, ciudad austriaca donde grabó en el 2009 las piezas que lo contienen. Son unas grabaciones que el músico había decidido no publicar pero que al ver ahora la luz sirven para una cosa tan útil como sabida: contemplar con perspectiva la evolución del músico alemán con material de sus inicios hasta ahora inédito.
Es útil porque si algo ha hecho Frahm en este último decenio es no parar de evolucionar, investigar, arriesgar, alejarse de las zonas de confort. Y su música ha transitado por terrenos tan variados como el ambient, la clásica, el jazz, la música coral y, claro, la electrónica. De hecho su obra en este último ámbito es tan destacada que a menudo se olvida o se desconoce el magnífico pianista que es. En esta ocasión emerge un Frahm conciso y escueto, él solo ante el piano de cola y una sonoridad inexistente, aunque hay excepciones como la presencia de la ya conocida en vivo Hammer, con el torrencial vestido vocal de Peter Broderick. Comparado con su fascinante y electrónico All melody de hace tres años, Graz es otra galaxia, pero necesaria para conocer la dimensión de este formidable creador.