La Vanguardia

“El Tony Soprano del balón”

Mino Raiola, agente de Håland, se codea con la élite con estilo propio

- CARLES RUIPÉREZ

Dicen que nada se parece más a un psicólogo que un barman dispuesto a escuchar. De la misma manera, un camarero solícito y servicial que no deja insatisfec­ho a un cliente se puede convertir en uno de los mejores representa­ntes de futbolista­s del mundo. Raiola no viste como un ejecutivo, no hace mucho deporte ni tiene una figura esbelta. Tampoco habla culto ni ampuloso. Al contrario. Es una metralleta que bombardea chascarril­los, frases hechas y lenguaje de la calle. Como un personaje de Los Soprano (Fue Ibrahimovi­c quien le definió así en su biografía). Pero él siempre deja claro que no vende humo. Así se lo dice a sus jugadores y a los clubs con los que negocia. Así se ha granjeado su fama.

Los presidente­s de los grandes quieren reunirse con él. El pasado jueves estuvo en Barcelona con Laporta y en Madrid con José Ángel Sánchez, hombre de confianza de Florentino Pérez. En zapatillas, vaqueros y camiseta. Viajando en jet privado.

Nacido en Nocera Inferiore, a 40 km al sur de Nápoles, Carmine Mino Raiola (4/ XI/1967) nunca fue pizzero, nunca rodó ni lanzó la masa al aire. Tampoco metió la pala en el horno. Sí que ayudó a su padre en la pizzería que abrió en Haarlem (Holanda), donde la familia se trasladó cuando él tenía meses. Primero lavando platos. Después sirviéndol­os. Así empezó a hacer contactos.

El negocio familiar fue creciendo. Abrieron diez locales más. Raiola, que hablaba mejor neerlandés que su progenitor, se ocupaba de los contratos, de los bancos, de los temas legales. Fundó una empresa para ayudar a los empresario­s holandeses a hacer negocios en Italia a principios de los noventa. Y se le abrieron las puertas del fútbol.

En 1992 colaboró en el fichaje de Roy al Foggia. Un año más tarde, intervino en el de Bergkamp al Inter. En 1996 ya tenía tentáculos en la República Checa y traspasó a Nedved al Lazio. Y después al Juventus. Un día conoció a Ibrahimovi­c. Y le habló con una franqueza a la que el altivo sueco no estaba acostumbra­do. “Tus estadístic­as son una basura. ¿Quieres ser el mejor o presumir? Debes entrenar tres veces más duro”, le espetó. Y le puso como ejemplo a Nedved, Balón de Oro en el 2003.

Se metió a Zlatan en el bolsillo. Con 39 años es un obsesivo que aún marca goles y le da réditos. Después vinieron Maxwell, Balotelli, Matuidi, Mkhitaryan, Pogba, De Ligt, Donnarumma, Verratti, Marcus Thuram, Kean... y Håland, su nueva perla. Pero no la única.

En este parón de seleccione­s, en Holanda coincidier­on De Ligt, Tete, Dumfries, Malen, Wijndal, Stengs y Gravenbech. Oirán hablar de ellos. Los siete son sus clientes. Como Brobbey, sub-21 que ya ha fichado por el Leipzig. Raiola está dispuesto a acabar con una rareza. De su cartera de 70 jugadores solo uno juega en la Liga española. Es Rodrigo Ely, central del Alavés, el colista. ¿Hasta este verano? Solo Raiola lo sabe.

ASÍ CONVENCIÓ A IBRAHIMOVI­C

“Tus estadístic­as son una basura; ¿quieres ser el mejor?, debes entrenar tres veces más duro”

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COSTANTINO SERGI / EFE Mino Raiola, en Turín en julio del 2019, mientras cerraba el fichaje de uno de sus representa­dos, el holandés De Ligt

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