Negociar un gobierno de reojo
Las urnas cambiaron las tornas en el independentismo y los tribunales los protagonistas. La pandemia lo cambió todo. ERC y Junts debían pactar el Govern de la recuperación pero se arriesgan a repetir elecciones por accidente
Catalunya necesita un Govern en plenitud de funciones. Una evidencia que genera preguntas simples –¿qué gobierno? ¿con que programa? ¿cómo se aplica?...– para las que ERC, Junts… y la CUP no tienen respuestas homogéneas. Así, la negociación se dilata, los días se suceden en blanco y el argumentario no varía. Los republicanos ansían tomar el mando de la Generalitat y defienden que Catalunya no puede esperar para afrontar la crisis económica y social tras la pandemia. Los posconvergentes replican que lo que no se puede permitir Catalunya es un nuevo gobierno de “colisión” que institucionalice la parálisis.
Cada una de las estrategias busca encaje en el calendario electoral. ERC aceleró la negociación con la CUP con un doble objetivo, evitar que los anticapitalistas estuvieran tentados con el bloqueo y arrinconar a Junts en el terreno de juego. En el 2015, con una veintena de diputados, ERC pensó que para avanzar hacia la independencia había que ir de la mano de CDC, pero ahora el objetivo es someter a los “convergentes” y ampliar la base en otra dirección. “El pacto con la CUP nos sirve para muchas cosas”, argumentan los republicanos, y esa es una.
Pero el Junts que tiene a Jordi Sànchez como estratega al mando –Carles Puigdemont nunca se inmiscuyó en el día a día de la vida orgánica de sus partidos– no puede diferir más de CDC. Sànchez advirtió tras el 14-F que Junts no estaría en el Govern a cualquier precio y ahí sigue… También garantiza que no especulará con nuevas elecciones, lo que reduce el terreno de juego. O pacto de gobierno o investir y esperar... en la oposición. Eso obligaría a ERC a levantarse de la mesa y oficializar la ruptura, porque Junts no lo va a hacer…
Pese a su determinación pública, ERC y Junts se arriesgan a repetir elecciones “por accidente”. En teoría, se mantiene una lánguida negociación para llegar a un acuerdo –un simple intercambio de documentos estos días–. Los republicanos ponen como punto de partida las declaraciones de intenciones pactadas con la CUP y Junts quiere un plan de gobierno detallado, con leyes en cartera y acciones cuantificables. El plan de Junts es una legislatura de cuatro años y el de ERC, sobrevivir a los dos primeros, teniendo en cuenta las consecuencias de la pandemia.
A Junts le enerva el papel protagonista de la CUP y a ERC el de Puigdemont y el Consell per la República. “Sin sustituciones ni tutelas”, se plantó Pere Aragonès, pero para esquivar al expresident se pone sobre la mesa un Estado mayor igual de ajeno a las instituciones. Vincular el Govern a la estrategia en Madrid es la gota posconvergente que colma el vaso republicano. La decisión de ERC de apuntalar el Gobierno de Pedro Sánchez es estratégica, otra cosa es que hasta entre los comunes se admite que, con la carpeta catalana, el presidente no es de fiar.
Los anticapitalistas han votado más veces con Junts en Madrid que con ERC, pero en Catalunya han inaugurado otra línea de actuación que, según los posconvergentes, los republicanos alientan. Mientras Aragonès batalla contra la tutela de Puigdemont, la CUP lanza vetos públicos sobre el “perfil” de los candidatos a consellers de Junts. La paradoja es que los señalados son –con la excepción de Joan Canadell– los que en el equipo de Aragonès se digieren mejor como compañeros de viaje en el Consell Executiu. ERC ha evitado en todo momento invitar a la CUP a formar parte del Govern, a petición de los negociadores anticapitalistas, y en Junts cunde el hartazgo: “Que gobiernen con ellos”.
Si no hay estrategia, ni unidad en Madrid, ni prioridades económicas compartidas, en Junts gana adeptos la idea “teórica” de dejar a los republicanos que “comiencen solos” y, después, “ya veremos”. “Fuera del Govern hace frío pero aún hace más frío si pierdes la coherencia y los principios”, es la vehemente tesis. En la dirección hay opiniones para todos los gustos y múltiples dudas: ¿aguantaría el proyecto?. Afrontar las elecciones municipales fuera del Govern es un reto inasumible, replican los de la razón práctica.
Y a partir de ahí… Esperar la implosión del calendario en el primer semestre del 2023. Marcado en rojo… Cuestión de confianza de Aragonès y la evaluación de la mesa de diálogo entre gobiernos –cortesía del pacto ERC-CUP–, elecciones municipales y autonómicas en una docena de comunidades, incluida Madrid. El 4-M es un aperitivo que durará dos años. Y generales.
Las urnas cambiaron las tornas en el independentismo y los tribunales los protagonistas. La pandemia lo cambió todo… Y la que debería ser la legislatura de la estabilidad y la recuperación anda ya encallada en arenas movedizas. Negocian de reojo. Y así, ni pascua, ni reconstrucción...