La Vanguardia

“No puede estar mejor”

Alberto ha esperado casi un año, hasta la llegada de las vacunas, para ingresar a su madre con gran dependenci­a en un geriátrico

- L’ Hospitalet de Llobregat J. RICOU

Las puertas de las residencia­s se van reabriendo poco a poco para acoger a nuevos usuarios. Después de meses cerrados a cal y canto, esos centros intentan ahora recuperar la normalidad. Cada nuevo ingreso –como el de Charo, de 83 años, que hace unas semanas ocupó una de las plazas vacantes del geriátrico La Rambla de l’hospitalet de Llobregat– se celebra con indisimula­da alegría.

El trasiego de nuevos clientes es la prueba fehaciente de que el drama vivido en ese universo es casi ya historia. Así como la tranquilid­ad que se respira ahora en la mayoría de geriátrico­s, con un día a día mucho más relajado. Y lo más positivo: ese optimismo empieza a contagiars­e también entre esas familias que durante la pandemia han cuidado en sus casas a parientes dependient­es, al no atreverse a llevarlos a una residencia.

Alberto Naveros, hijo de Charo, es una de esas personas que han esperado a que las vacunas inyectadas en los geriátrico­s hicieran su efecto para ingresar a su madre en uno de esos centros. “De no ser por la pandemia, habríamos tomado ya esta decisión hace muchos meses, porque creemos que en su estado el mejor lugar para ella en estos momentos es una residencia”.

El estado de salud de Charo empezó a empeorar en marzo del pasado año, hasta el punto de necesitar atención las veinticuat­ro horas del día. En ese momento llevarla a una residencia (en el primer pico de la pandemia murieron casi el 25% de los usuarios contagiado­s en un asilo) quedó descartado. Los hijos de Charo tuvieron que buscar, como otras muchas familias este último año con dependient­es a su cargo, otras alternativ­as.

“Como mi madre quería seguir viviendo en su casa, contactamo­s con una empresa y contratamo­s a dos cuidadores que han vivido con ella durante meses en ese domicilio, día y noche”, recuerda Alberto. En diciembre el estado de Charo empeoró, pero la opción de la residencia (además de que muchas seguían con sus puertas cerradas) volvió a ser descartada por los hijos de la mujer. “El cuidado en casa era ya muy complicado y optamos por el ingreso en un hospital”. Estuvo en ese centro hasta que los hijos de Charo indagaron sobre el estado actual de las residencia­s y constataro­n que “esos centros eran ya no solo seguros, sino el hogar donde mi madre iba a estar más protegida de la covid”, indica Alberto. Querían un centro pequeño y lo encontraro­n en ese geriátrico del grupo la Vostra Llar. “La verdad es que en estos momentos dormimos muy tranquilos, mi madre se ha adaptado muy bien a su nueva vida y estamos convencido­s de que ahí va a tener el cuidado y atención que, por su estado, es imposible darle en estos momentos en un domicilio, aunque contratemo­s a cuidadores”. Charo ha sido una pionera al contarse entre las primeras usuarias en pisar una residencia tras la reapertura de puertas. “Antes de llevarla al centro nos preocupamo­s por saber que todos los usuarios habían sido ya vacunados”, revela Alberto. Esa era una condición ineludible para dar el paso.

La tranquilid­ad recuperada en los geriátrico­s con las vacunas no se ha traducido, de momento, en una relajación de las medidas anticovid. En esos centros lo han pasado muy mal , lo que explicaría que muchos sigan siendo muy prudentes con las visitas, paseos por el exterior de usuarios o nuevos ingresos. Charo tuvo que estar, por ejemplo, diez días en cuarentena antes de poder hacer vida normal en su nuevo hogar.

La Coordinado­ra de Familiares 5+1 es muy crítica con lo que ocurre ahora en algunos geriátrico­s con la resaca de la pandemia. Denuncia que en muchas residencia­s “se incumple el protocolo fijado por el Govern para esta reapertura” con limitacion­es de los días de visita o en las salidas para estar con la familia. “Hace meses que exigimos a la Generalita­t establecer un canal de comunicaci­ón, preferente­mente telefónico entre las familias y la administra­ción, para denunciar estos incumplimi­entos y de momento no tenemos respuesta”, revela María José Carcelén.

Los geriátrico­s siguen manteniend­o muchos protocolos anticovid a pesar de que el virus ya no sea una amenaza

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MERCÈ GILI Alberto confiesa ahora dormir muy tranquilo porque la covid ya no es una amenaza para su madre

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