Martí Sabrià
Gerente de Costa Brava Centre
El impulsor del Patronat de Turisme de la Costa Brava Girona y presidente de los hoteleros de la Costa Brava Centre se jubila tras una trayectoria de cuarenta años durante los que ha posicionado y consolidado este destino turístico.
Primero iba para arquitecto, luego para profesor pero se ha convertido, cosas del destino, en la voz de los hoteleros del centro de la Costa Brava en las últimas cuatro décadas. Martí Sabrià ha puesto punto y final a una etapa que inició en 1978, recién terminada la mili y en el último curso de la carrera de Geografía e Historia. “Fui precoz, a los 20 años fui padre y, dos años más tarde, me inicié en el turismo”, recuerda. Un mundo completamente nuevo para él, ya que en su familia nadie se dedicaba a este sector que tanta vida ha dado y da a la Costa Brava.
Su padre fabricaba muebles para el hotel Aiguablava de Begur, dirigido por Francesc Xiquet Sabater, impulsor del Patronat de Turisme Costa Brava Girona y presidente de la Unió d’associacions d’hostaleria de la Costa Brava Centre. “Fue él quien me pidió que le ayudara a montar el gremio, mi intención era estar solo unos meses y luego presentarme a oposiciones pero me convenció, me enamoró, me dijo que viajaría, que conocería a mucha gente, que me lo pasaría bien”, rememora. “Y así ha sido”.
Testigo en primera persona de la evolución del turismo y la transformación de la Costa Brava, Sabrià explica lo diferentes a hoy que eran aquellos hoteleros cuando él se inició en el turismo. “No tenían estudios, eran valientes emprendedores que aprovechaban la casita de pescadores familiar para montar un hotelito cerca del mar; con muchas ganas pero sin ningún tipo de formación”, recuerda.
Su papel inicial consistía en hacerles entender que entraban en democracia y que había que regular la actividad. “Puede parecer prehistoria pero antes todo era verbal, no había contratos y no sabían cómo cotizaba un trabajador”, explica Sabrià, que en 1986 creó la marca Costa Brava Centre destinada a la prestación de servicios (laborales, fiscales, de compras o formación de trabajadores) para las empresas miembros. El grupo Costa Brava Centre y Blau Verd Hotels, fusionadas en el 2001 bajo la misma marca, administra 7.200 plazas hoteleras, un 10% de las de la Costa Brava.
Sabrià recuerda que en esos 40 años ha vivido tres grandes crisis turísticas. La primera, fue la del petroleo en 1982 que convirtió muchos hoteles en apartamentos. “Las vacaciones organizadas en Europa iban al alza, fue el momento de los turoperadores belgas y alemanes y entonces nuestros hoteles –más bien pequeños– pierden fuelle”, explica. La segunda gran crisis, fue la postolímpica vinculada al debacle de la construcción; entre el 2008 y el 2012 llegó la gran crisis económica y ahora la pandemia, que se está cebando con los negocios hosteleros y de restauración que –reconoce– cuentan con “ayudas ridículas”.
La Costa Brava Centre ha sido el territorio que mejores resultados registró el pasado verano. Entre el 1 de julio y el 10 de septiembre, los 111
“Muchos hoteleros de finales de los 70 eran gente sin estudios ni formación, pero con muchas ganas”, afirma
hoteles agrupados bajo la marca Costa Brava Centre Hotels registraron una ocupación del 71%, tres veces más a la media catalana. ¿Las razones? “La diferencia está en el modelo de alojamientos pequeños, muchos hoteleros viven en el propio hotel y eso ha generado más confianza”, subraya Sabrià, convencido de que este verano irá aún mejor. La otra gran razón es que han sabido dotar el destino de contenidos paisajísticos, culturales o gastronómicos más allá del sol y playa. “En el 2004 empezamos a crear productos de senderismo cuando nadie hablaba de ello y antes, en 1999, de cicloturismo y antes de que El Celler de Can Roca o el Bulli pusieran en el mapa de la gastronomía a Girona ya se había creado el sello de Cuina de l’empordanet como un reclamo más”, añade este experto en turismo que siempre ha repetido el mismo mantra. “He inculcado a los hoteleros que no tenían que competir entre ellos, que Palamós no era mejor que Palafrugell y viceversa y que lo que había que intentar era que el vecino de Barcelona cuando el jueves pensaba adónde ir de fin de semana solo tuviera el Empordà en su cabeza”.
Tras su jubilación, no le están faltando ofertas para asesorar otros territorios catalanes en su labor de “venderse” mejor en tiempos de pospandemia.