La Vanguardia

Dembélé sitúa al Barça a un punto del líder

El Barça no puede con el Valladolid hasta un gol en el 90 de Dembélé

- CARLES RUIPÉREZ

A tiempo. Sobre la hora. En el último minuto del tiempo reglamenta­rio. El Barcelona rozó el cortocircu­ito pero se desbloqueó al final. Tuvo que esperar hasta el 90 para conseguir su objetivo de ponerse a un punto del Atlético. No fue fácil, sobre todo por las prisas y las pocas ideas de los de Koeman. Pero llegó el gol de Dembélé, como en las películas cuando se corta el cable adecuado para desactivar las bombas, y estalló la alegría en el Camp Nou.

La ansiedad le jugó una mala pasada al Barça en el momento en que debía ser más decidido y clarividen­te. El estímulo que se le presentaba, subirse casi al cogote del Atlético, era tan apetecible que al equipo blaugrana le costó gestionarl­o. Después de no fallar durante semanas y semanas cuando jugaba prácticame­nte sin red y cualquier resbalón era decir adiós, al Barcelona le pudieron las prisas y la impacienci­a por saludar a los colchonero­s con un “hola, aquí estoy yo” impensable hace unos meses.

Las ganas fueron traicioner­as durante la primera parte. 45 minutos en los que el juego fue atolondrad­o. Se equivocaba­n los barcelonis­tas en la salida del balón, se enredaban cuando querían jugar sí o sí por el centro, apenas intervenía­n los carrileros largos y Dembélé carecía de espacios como delantero de referencia. Además, se precipitab­a el Barça al querer correr constantem­ente para pillar descolocad­o al rival, con más corazón que cabeza, con más ímpetu que ideas.

Era evidente que había muchas ganas de abrir la lata para por fin verse ahí arriba pero el camino más rápido no siempre sirve para llegar más lejos. Todo eso se aderezó con unas primeras decisiones de Jaime Latre que todavía generaron más angustia en los locales, sobre todo porque Messi fue el receptor de varias faltas que no se pitaron y cualquier protesta del argentino le podía dejar sin clásico.

Depender de sí mismo siempre fue un arma de doble filo. Y en el caso del Barcelona, la gran ocasión que tenía delante le atrapó y le hizo perder la perspectiv­a. Más que tomar la iniciativa, el Barça estaba atenazado, bloqueado por los nervios. Pasaban los minutos y ni ganaba, ni dominaba ni disfrutaba.

El Valladolid, con bajas para dar y regalar (once en total, un equipo entero), practicó un ejercicio de superviven­cia con muchísimo mérito. Y resistió con muy buenas maneras, muy cómodo durante una hora. Hasta perdonó al Barcelona en varias jugadas en el área de Ter Stegen. Kenan Kodro, con su físico, le creó muchos problemas a la defensa barcelonis­ta en balones aéreos. Primero Lenglet le quitó un remate de la cabeza en un centro de Nacho. Después, el hijo de Meho saltó más que De Jong y Mingueza para impactar con la testa y enviar el balón al larguero.

Del Barça en ataque había pocas noticias. Un cabezazo de Mingueza a la salida de un córner y un penalti que pidió Dest por un pisotón de Olaza. El VAR revisó la jugada pero decidió que la falta fue fuera del área porque no hubo rectificac­ión. A Messi tampoco le entraron dos lanzamient­os de falta.

Así que se llegó al minuto 45, cuando Pedri tuvo la mejor oportunida­d. El canario enganchó una pelota muerta en el borde del área con

A UN PUNTO DEL LIDERATO

La ansiedad jugó una mala pasada al Barcelona, que consiguió in extremis el objetivo antes del clásico

CONTRA DIEZ

Tras una primera parte insípida, Koeman reaccionó en el descanso y el asedio fue total tras la roja a Plano

la derecha. El disparo raso lo sacó Masip con una estirada magnífica pero no pudo evitar que el balón tocase en el poste.

Decían los precedente­s que las vueltas de los parones de seleccione­s se le atragantab­an al Barcelona. Pasó en octubre en Getafe y en noviembre en el Metropolit­ano, y la historia se repetía. Así que Koeman tomó cartas en el asunto en el descanso. Intervino tácticamen­te para deshacer el 3-4-2-1 y volver al 4-3-3. De Jong se adelantó al centro del campo, Dembélé pasó a la derecha, Griezmann se abrió a la izquierda y Messi se situó de falso nueve.

El Mosquito fue quien más agradeció los cambios. Empezó a entrar más en juego y el Valladolid tuvo que frenarlo con faltas. Eso sí, los de Sergio González no se olvidaban de mirar hacia delante aunque les costaba horrores finalizar las jugadas.

Pero tampoco el Barça fue eficaz cuando se plantó delante de Masip. Un gran pase de Messi habilitó a Dembélé en carrera, que salió disparado y chutó cruzado pero el portero de Sabadell se lució. Griezmann, forzado, no acertó tampoco en el rechace.

Viendo que no había manera, Koeman volvió a mover el árbol con un triple cambio para acumular más delanteros con Braithwait­e y Trincão. Los visitantes se quejaron del arbitraje en la recta final. Primero pidieron unas manos de Alba, que el árbitro consideró que el lateral no pudo apartar. Después vieron cómo expulsaban a Plano por cazar a Dembélé en pleno slalom.

Contra diez, el asedio del Barcelona aún fue mayor. Con Araújo en plan Alexanko, para pescar alguna cosa en el área. Así llegó el gol, a la desesperad­a, en el minuto 90. De Jong colgó un balón, el central uruguayo la peinó hacia el segundo palo donde Dembélé, con una volea, derrumbaba a Masip. La explosión de júbilo en el campo y en el banquillo fue tremenda. Porque el 1-0 puede valer una Liga. De momento, pone al Barça a punto del liderato antes del clásico.

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Explosión de júbilo Araújo salta por encima de Riqui Puig y Messi, que abrazan a Dembélé
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ÀLEX GARCIA

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