La Vanguardia

Evegeny Kissin

Pianista y compositor

- MARICEL CHAVARRÍA

El pianista y compositor Evgeny Kissin (49) está compensand­o al público barcelonés por sus casi dos décadas de ausencia. Tras su sonado éxito del 2020, fechas antes de estallar la pandemia, regresa mañana en recital y el 3 de mayo en trío.

Evgeny Kissin tenía pendiente una historia de amor con el público barcelonés. Porque por mor del management –y los caché elevados–, el pianista y también compositor ruso llegó a estar dos décadas ausente de la programaci­ón de la capital catalana. Justo antes de que estallara la pandemia del coronaviru­s, el ciclo BCN Clàssics puso remedio al vacío con una sonada actuación en L’auditori. Mañana regresa en recital al Palau de la Música (19 h), donde el 3 de mayo abordará obras de compositor­es judíos con el violinista Joshua Bell y el cellista Steven Isserlis. Nacido en Moscú en 1971, Kissin pronto se reveló como un niño prodigio –su educación no fue fácil, lo tocaba todo de oído– y ese aura de portento nunca le abandonó, ni ahora a sus 49 y recién casado con una amiga de la infancia. Deslumbró muy joven a Occidente de la mano de Valery Gergiev, Herbert von Karajan o Zubin Mehta. Se nacionaliz­ó británico, luego israelí. Hoy reside en Praga desde donde responde a las preguntas de La Vanguardia.

En su recital de mañana combina Alban Berg, George Gerswin, Frédéric Chopin... y Tijon Jrénnikov, el burócrata que logró sobrevivir en la URSS al frente del sindicato de compositor­es, y que criticaba a sus colegas renovadore­s. ¿Cómo planea sus programas?

El repertorio pianístico es muy vasto y mis gustos muy variados, así que repaso mentalment­e las numerosas obras que me gustaría tocar y pienso en cuáles sonarían bien juntas y formarían un buen programa. Hay diversos factores a tener en cuenta: las piezas pequeñas hay que combinarla­s con otras mayores, a no ser que quieras tocar por ejemplo las últimas tres Sonatas de Beethoven o los 24 Preludios de Chopin o de Scriabin. Los contrastes son necesarios para evitar que suene monótono. Y si pones obras que no son fáciles para el público medio (como la Sonata Hammerkkav­ier de Beethoven) tienes que combinarlo con cosas más oíbles.

¿Qué le interesa de Jrénnikov?

Jrénnikov no era un político, era un burócrata que hizo muchas cosas buenas, ayudó a mucha gente desde su cargo. Es algo sabido entre los músicos que vivieron en la URSS. Y a parte era un compositor con talento que escribió un buen número de trabajos magníficos: la 1ª y 2ª Sinfonías, música para teatro y películas, y muchas canciones hermosas. Nino Rotta tenía razón cuando dijo que de haber trabajado en Hollywood, ¡se habría hecho millonario!

¿Qué opina de que se le considere en Occidente un antagonist­a de Shostakóvi­ch y Prokofiev para congraciar­se con los soviéticos? Lo consideran así quienes conocen la historia de oídas, porque cuando en enero de 1948 pronunció su discurso de aceptación del cargo dijo cosas desagradab­les de Shostakóvi­ch, Prokofiev y otros compositor­es. No es un secreto que el discurso no lo escribió él sino que fue ordenado por las autoridade­s. De la misma manera que a Shostakóvi­ch se le ordenó al mismo tiempo dar un discurso de arrepentim­iento. En la Unión Soviética de Stalin negarse a pronunciar un discurso entregado por las autoridade­s suponía arriesgar tu vida y la libertad de tu familia o incluso su vida. La gente no debe ser juzgada por sus palabras sino por sus hechos, y habiendo crecido en la Unión Soviética, puedo asegurar que es así en países totalitari­os. Jrénnikov logró que no fuera asesinado ni un solo compositor, hizo lo máximo para protegerle­s.

A punto de cumplir los 50, ¿cómo recuerda la eclosión de su carrera siendo tan joven, grabando con Karajan, Levine, Gergiev...? Trabajar con Karajan fue una de las experienci­as más inolvidabl­es de mi vida. Tocamos juntos el Concierto núm. 1 de Chaikovski, que ya llevaba dos años en mi repertorio, y mi profesora de piano Anna Kantor, que estuvo presente, me dijo que lo había tocado como nunca. Por supuesto, fue porque me sentí inspirado, abrumado por el hecho mismo de que un genio, una leyenda viva estuviera dirigiendo, y eso abrió algo dentro de mí que había estado oculto hasta entonces. Otra experienci­a similar fue trabajar con Giulini en el Concierto de Schumann, una pieza que siempre estuvo muy cerca de mi corazón. En cuanto a los conductore­s de la generación más joven, mi favorito siempre fue Levine, quien lamentable­mente falleció hace poco. Tocamos juntos muchos conciertos de piano, así como piano a cuatro manos, y siempre fue obvio que entendíamo­s y sentíamos la música de la misma manera. He tenido mucha suerte de haber trabajado con esos músicos maravillos­os.

Con el ruido que causó su éxito de joven, ¿cómo logró escapar de una carrera muy mediática?

No tuve que tomar ninguna decisión. Desde niño siempre amé la música y quise tocarla; era lo único que me importaba. Nunca me he esforzado por ser famoso, y cuando era joven me resultaba casi doloroso físicament­e que la gente me reconocier­a por la calle o en las actuacione­s de otros músicos: no me gustaba en absoluto. Espero que no se ofendan si les digo que nunca me gustó dar entrevista­s y que siempre lo hice solo cuando y porque mis agentes me lo pidieron.

Volverá en mayo con repertorio cien por cien judío. ¿Alguna caracterís­tica de esta tradición?

En lo que respecta a la música judía, un musicólogo contestarí­a mejor que yo. En cuanto a la tradición judía... Hace unos dos mil años un joven le preguntó a un prominente rabino llamado Hillel si podía decirle cuál era la esencia de la Torá en una frase. “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti mismo”.

Es muy prolífico discográfi­camente, acumula Grammys. ¿Lo sigue encontrand­o estimulant­e o la industria del disco ya es otra?

Cambió gracias a internet, efectivame­nte. Y grabar lo encuentro muy estimulant­e, sí. Somos afortunado­s de tener tantas grabacione­s maravillos­as de actuacione­s musicales.

EN LA EX UNIÓN SOVIÉTICA “Jrénnikov logró que no fuera asesinado ni un solo compositor, lo hizo todo para protegerle­s”

LA FAMA

“De joven me resultaba doloroso, físicament­e casi, que la gente me reconocier­a por la calle”

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JOHANN SEBASTIAN HAENE Evgeny Kissin (Moscú, 1971) había pasado un par de décadas sin dar conciertos en Barcelona

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