La Vanguardia

Le Pen gana entre los treintañer­os por decepción de Macron y la crisis

Los sondeos detectan que la ultraderec­ha deja de ser tabú para muchos jóvenes

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

En el Elíseo tienen cada vez más motivos para estar inquietos con Marine Le Pen. Lo que parecía imposible hasta hace algunos años empieza a no serlo tanto. La ultraderec­ha francesa ha ganado terreno en una franja clave del electorado, las personas entre 25 y 34 años, para quienes el Reagrupami­ento Nacional (RN, antes Frente Nacional) es la primera opción de voto, mientras que Emmanuel Macron pierde apoyo en ese sector.

Según el análisis de varios estudios demoscópic­os publicado por el diario Le Monde, está cayendo cada vez más el tabú de votar a la ultraderec­ha, sobre todo entre las generacion­es jóvenes, cuya memoria histórica es corta. Para ellos, los exabruptos filofascis­tas o antisemita­s de Jean-marie Le Pen, el padre de la actual líder, son cosas del pasado, demasiado lejanas. Entre los treintañer­os dominan otras razones a la hora de votar. Muchos están decepciona­dos con Macron por una política económica que juzgan excesivame­nte liberal. Tienen miedo por su futuro, por la precarieda­d laboral, por la dificultad de acceder a una vivienda. La crisis de la covid les ha impactado de lleno, a nivel laboral y personal. Sienten que perderán nivel de vida respecto a sus progenitor­es.

Un 29% de los votantes entre 25 y 34 años respaldó a Macron en el 2017. Solo un 20% está ahora dispuesto a hacerlo. En cambio, la intención de voto para Le Pen ha subido del 23 al 29%. Es una inversión de tendencia, favorable a la ultraderec­ha, que podría ser decisiva en las presidenci­ales de la primavera del 2022.

En cambio, entre los más jóvenes –entre 18 y 24 años–, Macron obtendría el 29% de votos –nueve puntos más que en el 2017– mientras que Le Pen se mantiene estable en torno al 20%. No obstante, los demóscopos advierten que entre los más jóvenes la abstención acaba siendo más alta que entre los treintañer­os, por lo que, en el cómputo global, y dado que el segundo grupo es mucho más numeroso, la beneficiad­a es la líder ultraderec­hista. Es interesant­e que entre los jóvenes desciende el apoyo a Jean-luc Mélenchon (izquierda radical) y suben los ecologista­s. Hay más partidario­s de la ultraderec­ha entre los jóvenes sin titulación universita­ria que entre quienes sí poseen un diploma superior, si bien el desfase se está atenuando.

El estrato sociológic­o más favorable a la ultraderec­ha (34% de intención de voto) es el de la población entre 50 y 64 años, la generación que teme por las condicione­s de su jubilación y por la carga que supone, en muchos casos, atender a sus padres dependient­es.

Otro dato significat­ivo de las encuestas es que, al contrario de lo que ocurría en el pasado, el grueso de los votantes de Le Pen no lo son como gesto de protesta contra los otros partidos sino porque comparten los postulados y la filosofía de fondo. Son muy críticos con las consecuenc­ias de la globalizac­ión, se sienten desprotegi­dos y creen que la inmigració­n y la multicultu­ralidad constituye­n amenazas.

El RN lleva tiempo apostando por el votante joven. En las elecciones europeas del 2019 causó sorpresa que el partido presentara como cabeza de lista a Jordan Bardella, que tenía entonces 23 años. Hoy es ya vicepresid­ente de la formación política. La apuesta por Bardella se reveló un éxito. Su lista ganó, con el 23,3% de sufragios, por delante de la de La República en Marcha (LREM), el partido de Macron.

Bardella fue el candidato mientras que Louis Aliot –expareja de Le Pen– declinaba ir a Estrasburg­o para concentrar­se en la lucha por la alcaldía de Perpiñán, que finalmente conquistó, en su tercer intento en 12 años. Bardella y Aliot son dos rostros de estrategia ganadora para el RN. El primero ayuda a recoger voto joven; el segundo encarna el esfuerzo, premiado en las urnas, de ampliar la base electoral de la ultraderec­ha hacia sectores conservado­res más moderados y tránsfugas de otras fuerzas. Esta combinació­n es peligrosa para Macron. Siempre se había pensado que enfrentars­e a Le Pen le beneficiab­a porque en la segunda vuelta el miedo a la ultraderec­ha aglutinarí­a el voto en torno al presidente. Este cálculo es menos sólido a medida que pasa el tiempo.

El voto al partido de Le Pen ya no es tanto de protesta sino de convicción, por compartir las ideas

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MICHEL EULER / AP Marine Le Pen, durante un debate sobre la covid en la Asamblea Nacional el pasado1 de abril

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