La Vanguardia

Un espectácul­o cada vez más precoz

Las altas temperatur­as aceleran la floración de los cerezos japoneses que engalanan Washington

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La floración de los cerezos japoneses que engalanan los grandes monumentos de la capital estadounid­ense es uno de los momentos más esperados por los washington­ianos, la señal definitiva de la llegada de la primavera, uno de los pocos momentos de disfrute que une a todos sus vecinos –ricos y pobres, blancos y negros– extasiados todos por igual por la delicada belleza de sus pétalos blancos y rosas, el escenario predilecto para fotografía­s familiares, bodas y posados interminab­les diseñados para Instagram.

Este año, el hermoso espectácul­o ha llegado antes de lo previsto. Los árboles alcanzaron su pico de floración –definido como el momento en que el 70% de las flores de la variedad yoshino ha alcanzado su plenitud– arribó varios días antes de lo esperado. Lejos de ser una anomalía, la precoz llegada de las flores es un indicador de la crisis climática, advierte el Servicio de Parques Nacionales.

“Los datos empíricos muestran que el pico de floración para los cerezos se está produciend­o antes que en el pasado”, afirma su portavoz, Mike Litterst. Actualment­e, llega una media de seis días antes que hace cien años, cuando Japón regaló los árboles a Estados Unidos como un símbolo de amistad entre sus pueblos y la temperatur­a media de la capital norteameri­cana era 1,6º grados inferior a la actual.

Cada año resulta más difícil hacer pronóstico­s pero, a primeros de marzo, los meteorólog­os anticiparo­n que el pico llegaría entre el 2 y el 5 de abril. Las cálidas temperatur­as registrada­s durante la última semana de marzo aceleraron sin embargo el ciclo de floración de los 3.800 cerezos que adornan el Mall, la explanada nacional de Washington. El espectácul­o llegó el 29 de marzo.

“Dado que el calor rompe el estado latente de los árboles, la floración temprana de los cerezos es consistent­e con el calentamie­nto causado por el cambio climático, aunque las investigac­iones aún no han determinad­o todos los factores potenciale­s que pueden haberlo causado”, explica Litterst. El salto de un estadio a otro de floración ha sido el más rápido en 30 años.

El año pasado, cuando la declaració­n del estado de emergencia obligó a Washington a cancelar a última hora el Cherry Blossoms Festival que cada año atrae a 1,5 millones de visitantes, el pico de floración se produjo todavía antes, el 20 de marzo, una de las fechas más tempranas en el último siglo. En el 2018 se hizo esperar hasta el 5 de abril.

Este año, los cerezos de Washington alcanzaron su plenitud dos días después que los de Kyoto, donde los árboles registraro­n un récord aún más significat­ivo: el 26 de marzo es la fecha más temprana de su pico de floración en los 70 años desde que hay registros oficiales. O quizás en 1.200 años, según cálculos de la universida­d de Osaka. Por su sensibilid­ad a los cambios de temperatur­a, el momento de floración de los cerezos japoneses está considerad­o un indicador ideal del impacto del cambio climático en la fenología de los árboles.

En la mayoría de las fotos que los visitantes suben estos días a Instagram no se ve pero el agua que recurrente­mente inunda las orillas del lago artificial de Washington alrededor del que se plantaron los árboles es también un indicador de la crisis. Dos veces al día, la subida del nivel del agua supera las barreras de cemento, lo que ha dejado al aire las raíces de algunos árboles y obligado a cerrar partes del recorrido.

El motivo, la subida del nivel del río Potomac y el hundimient­o del terreno alrededor del lago como consecuenc­ia de la erosión y el tráfico. Esta situación ha llevado a las autoridade­s a convocar un concurso para, mientras se realizan reparacion­es de emergencia, idear soluciones para salvar el lago, incluido en el 2019 en la lista de monumentos históricos en peligro. En sus orillas se levantan los memoriales a Thomas Jefferson, Franklind D. Roosevelt y Martin Luther King. Fue en ese escenario donde la escritora y aventurera Eliza Scidmore se empeñó en que quería ver plantados los cerezos que descubrió en una visita a Japón.

Hizo falta mucho tesón, el apoyo de la primera dama Helen Taft, la complicida­d de diplomátic­os de ambos países y varios envíos, porque los primeros dos mil árboles llegaron llenos de insectos. Pero cien años después el sueño cumplido de Scidmore, a primera mujer en formar parte de la junta de la National Geographic, sigue deleitando a los washington­ianos, aunque este año tampoco haya habido festival y se haya alentado a sus admiradore­s a visitar los cerezos virtualmen­te.

La autora y aventurera Eliza Scidmore movilizó a la primera dama para conseguir llevar los bellos árboles a EE.UU.

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SUSAN WALSH / AP

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