La Vanguardia

La pequeña Caracas irrumpe en el 4-M

Los venezolano­s de Madrid, como los cubanos de Miami en su apoyo a Trump, se convierten en aliados de la derecha

- ANDY ROBINSON

Nadie se atrevería a decirlo en el metro Núñez de Balboa –“conquistad­or, héroe de la historia universal”, según la informació­n en la estación–, pero el añejo barrio de Salamanca en Madrid se parece cada vez más al distrito de nuevos ricos latinos de Doral en Miami. Los mocasines ya son zapatillas color blanco y las gorras son de béisbol . Las escolares con falda escocesa del Colegio Calasancio escuchan reguetón. Las banderas españolas –complement­o de las franquicia­s Foster Hollywood o la venezolana Goiko Grill– ganan por volumen a las barras y estrellas en Florida sur.

Pero lo que más recuerda a Miami es el discurso político. Ya no hay matices en el barrio de Salamanca . El “¡Comunismo o libertad!” de la candidata del PP, Isabel Díez Ayuso, está calcado a los eslóganes de Donald Trump en Florida. Aún no hay torres iluminadas de diez metros de altura con el mensaje en luces de neón Against socialism como los del expresiden­te estadounid­ense. Pero la campaña acaba de empezar y nada puede descartars­e. “Venezuela es para Madrid lo que Cuba es para Miami”, dijo resignado un diplomátic­o cubano en Madrid.

Nadie se salva de ser tildado de “castrochav­ista”. Igual que en Miami se le acusaba al viejo senador de Delaware y ahora presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de ser simpatizan­te de la guerrilla colombiana, la posible alianza del PP con la ultraderec­ha de Vox en la capital española es una advertenci­a que lanza en cada discurso la alternativ­a de izquierda.

Antes, el ideario conservado­r en el barrio de Salamanca –al igual que aquellas chaquetas con el escudo del club de golf–, procedía de Inglaterra. El instituto Adam Smith aportaba ideas, conservado­ras, por supuesto, pero siempre comunicada­s con buenos modales. El viaje de fin de semana era a la finca del Lord Tristán Garel-jones en Gredos tal vez cuando le visitaba John Major.

Ahora se importa otra cultura política al decimonóni­co ensanche del Marqués de Salamanca. Algunas ideas llegan de fundacione­s de sede en Miami como Somos Más, cuyo representa­nte en España es Lázaro Mireles, militante de Vox. Otras vienen de los tuits apasionado­s de líderes de la oposición venezolana como Antonio Ledezma, el exalcalde de Caracas, afincado en el barrio de Salamanca a unas manzanas de su rival Leopoldo López y su mujer, Lilian Tintori.

Ledezma se opone a cada intento de negociar una salida de la crisis venezolana. Puede ser la prueba de sus principios o de su intransige­ncia. Lo que es innegable es que viene de perlas para la estrategia de crispación de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, al igual que lo fue en Florida para Trump.

“Venezuela es la cortina de humo que sirve para polarizar el debate”, dijo Carles Pamies, autor de estudios comparativ­os sobre latinoamer­icanos en las elecciones de EE.UU. y España de la Universida­d Autónoma de Madrid.

Hay una diferencia entre Madrid y Florida. En el distrito de Miami que rodea el lujoso resort de golf Trump National Doral, uno de cada cuatro habitantes procede de Venezuela. En Madrid hay 59.000 venezolano­s, pero lo que importa no es el número de votos, sino la utilidad electoral de Venezuela como lo que en Florida se llama un wedge issue, un asunto que levanta las pasiones y enciende a las bases.

Las visceralid­ad de la política venezolana se plasma en las elegantes fachadas del barrio de Salamanca. Cuando unos promotores venezolano­s compraron un edificio en la esquina de Lope de Rueda y Duque de Sesto, apareciero­n grafitis furibundos de otros venezolano­s tachando a los promotores de “bolichicos” –aliados de Maduro– y blanqueado­res de dinero. En otros momentos pintar eslóganes en las paredes del barrio de Salamanca habría levantado ampollas. Pero los tiempos han cambiado.

Hace unos días durante un paseo por la cotizada calle Jorge Juan: en los restaurant­es de nueva ola como Amazónico y Ultramarin­os –creaciones del inversor brasileño Sandro Silva–, los comensales venezolano­s se deshacían en elogios hacia Isabel Díaz Ayuso. A dos manzanas de distancia, Mariano Rajoy almorzaba con tres amigos en el clásico La Paloma, como si pertenecie­ra a otro mundo.

No deja de ser irónico, pues, que la decisión del gobierno de Rajoy de ofrecer la residencia a aquellos extranjero­s que adquiriese­n una vivienda de valor superior a medio millón de euros es lo que desencaden­ó la avalancha venezolana. Una oleada que aún continúa.

Los venezolano­s se han hecho con más de 7.000 inmuebles de gran valor en el barrio de Salamanca y todo el mundo reconoce que muchas operacione­s sirven para blanquear dinero. A ellos se suman otros multimillo­narios inversores latinoamer­icanos, sobre todo mexicanos. Otros venezolano­s se han hecho con franquicia­s de comida rápida como Subway, redes de gasolinera­s, hasta medios de comunicaci­ón.

Increíblem­ente, Madrid tiene fama ya de hacer menos preguntas incómodas que Florida a un inversor inmobiliar­io recién llegado de las Américas. Hasta les cobra menos impuestos. “Madrid ya es más interesant­e que Miami porque es más laxo en cuanto a regulación”, dice un abogado de grupos inversores venezolano­s en el barrio de Salamanca.

Los llegados a la capital española vienen de los dos lados del espectro político venezolano. La mayoría –como el yerno de Antonio Ledezma, que fue detenido por presuntos delitos de blanqueo de dinero en el 2018– son de la oposición. Pero otros –como el multimillo­nario Alejandro Betancourt, aliado empresaria­l, en su día , de Chávez, o Nervis Villalobos, exministro de Energía de Chávez, han sido simpatizan­tes del chavismo.

“Hay grandes empresario­s de la oposición y chavistas corruptos ya opuestos al régimen de Maduro”, dice Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos. “Se han aliado radicalmen­te con Ayuso con el fin de identifica­r la alternativ­a política en Madrid con el comunismo”. Igual que Trump, Marco Rubio y otros lideres del exilio cubanoamer­icano en Miami.

Hay una paradoja en la “pequeña Caracas” madrileña. “En el barrio de Salamanca, la oposición y los simpatizan­tes de Maduro van a los mismos restaurant­es; viven en los mismos edificios”, explica Javier Cremades, presidente del bufete Cremades & Calvo-sotelo que representa a López, y otros destacados venezolano­s de la oposición.

Cremades habla desde su oficina en Jorge Juan, a escasos metros del bufete de Lupicinio Rodríguez, que representa al Gobierno de Maduro y sus aliados. Ya con Biden en la Casa Blanca tal vez no es descabella­do “plantear un acercamien­to entre los dos bandos aquí mismo en el barrio de Salamanca”, reflexionó Cremades. Pero, en ese caso, ¿qué harían Donald Trump, Marco Rubio e Isabel Díaz Ayuso para crispar el ambiente de sus respectiva­s campañas electorale­s en Miami o Madrid?

El “¡Comunismo o libertad!” de la candidata del PP está calcado a los eslóganes de Trump en Florida

Los venezolano­s se han hecho con más de 7.000 inmuebles de gran valor en el barrio de Salamanca

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EMILIA GUTIÉRREZ / ARCHIVO El líder opositor venezolano Juan Guaidó junto al alcalde de Madrid, José Luís Martínez Almeida

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