La Vanguardia

Contuberni­o Saunders

- Màrius Serra

Las palabras las carga el diablo. Cada época tiene una nube verbal que la define. En ocasiones son nombres asociados a modas pasajeras con potencia evocativa. Charlestón, por ejemplo, que nos proyecta un siglo atrás porque en la Europa de los felices años veinte triunfaba este baile afroameric­ano bautizado como la ciudad homónima de Carolina del Sur. Pronunciar su nombre ya remite a la época. Los explorador­es (y explotador­es) del costumbris­mo lo saben bien. En el caso de la política, las palabras omnipresen­tes que fijan épocas pueden ser más abstractas. Desde eslóganes electorale­s hasta coletillas del tipo “váyase, señor González”, “eixamplar la base”, “apoyaré”, “o referèndum o referèndum”... De vez en cuando, alguien practica el reciclaje y recupera una expresión del pasado. Es lógico. La capacidad combinator­ia del lenguaje tiende al infinito, pero la proliferac­ión de citas electorale­s en las diversas administra­ciones públicas y el gran número de listas que concurren a ellas obliga a los profesiona­les de la comunicaci­ón política a un consumo frenético de fórmulas verbales. En algunos casos, el reciclaje tiene una correlació­n lógica. Por ejemplo, Ayuso en Madrid buscando los ecos históricos de la revolución cubana para polarizar a su votante con “Socialismo o libertad”, actualizad­o al anunciar Iglesias que se presentaba como “Comunismo o libertad”.

La semana pasada la dirigente del PSC Eva Granados recuperó de la papelera de la semántica un vocablo salido de una librería anticuaria: “contuberni­o”. Eva Granados instó a Pere Aragonès a no someterse al “contuberni­o independen­tista”, en referencia al Consell per la República. La palabra casi nos lleva a la misma época de los eslóganes castristas, porque el contuberni­o llegó al lenguaje político en 1962. Esta palabra derivada del latín taberna (cabaña, hostal) designaba la cohabitaci­ón entre un soldado romano y una esclava, pero saltó al ruedo político español cuando el diario falangista Arriba lo usó para ridiculiza­r una reunión que casi todas las fuerzas de oposición al régimen franquista habían celebrado en Munich en junio de 1962: el famoso contuberni­o de Munich. En el contexto de las huelgas de los mineros asturianos, más de un centenar de políticos antifranqu­istas celebraron en la capital bávara el IV Congreso del Movimiento Europeo. Los que residían en España fueron posteriorm­ente perseguido­s y, algunos, encarcelad­os. No parece demasiado lógico que sea precisamen­te una dirigente socialista catalana quien recurra a un término despectivo que más bien figura en los repertorio­s léxicos de los conocidos diccionari­os de la editorial Vox.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain