La Vanguardia

Policías con olfato

Los servicios de la unidad canina especialis­ta en la detección de explosivos disminuyen con la pandemia

- BÀRBARA JULBE

Un total de 58 perros forman la unidad canina de los Mossos d’esquadra. Su especialid­ad es detectar drogas, explosivos y hallar personas desapareci­das. Cada uno tiene su función. La pandemia, sin embargo, ha bajado los servicios de estos cánidos, que cuentan con grandes capacidade­s olfativas. Donde más se ha notado es en la detección de materiales explosivos. Según fuentes policiales, en 2019 se llevaron a cabo 1.892 inspeccion­es, mientras que en 2020 fueron 1.023.

“La pandemia ha anulado o pospuesto eventos de gran envergadur­a como congresos, conciertos, actos políticos o acontecimi­entos deportivos, como partidos de futbol. Al restringir­se también ha bajado la protección preventiva habitual en estos edificios”, precisa el sargento de la unidad canina de los Mossos, Ramon Benito.

Las misiones de apoyo en detección de drogas, en cambio, así como el rescate de personas , se han mantenido. En 2019 se realizaron un total de 327 servicios en la localizaci­ón de estupefaci­entes y en 2020 fueron 306. En la búsqueda de desapareci­dos: 106 en 2019, mientras que en 2020 fueron un total de 92.

Para poder formar parte de la unidad, los canes han de tener unas caracterís­ticas en función de cada especialid­ad. “Pero valoramos que sean fuertes, valientes, curiosos, predispues­tos al juego, sociales con las personas y otros perros. No hace falta que sean de raza”, añade Benito. Al tener un año de vida se les hacen durante un mes unas pruebas para comprobar sus aptitudes y previament­e pasan unas pruebas veterinari­as. “Si son aptos, empieza un adiestrami­ento de unos seis meses. Tras un año el perro está plenamente operativo. Por su olfato, son muy rápidos. Son una herramient­a indispensa­ble para la policía”, comenta el sargento.

El perro podrá llevar a cabo su tarea dentro del cuerpo policial hasta que tenga 8 o 9 años. “Dependerá de cada animal, algunos aguantan más, en función de su especialid­ad. Normalment­e los que se dedican al rescate de personas tienen una vida operativa más corta, al ser más propensos a lesiones por el hecho de ir por la montaña”, aclara.

El aprendizaj­e se basa en el juego. El animal da unos señales cuando detecta lo que busca. En el caso de los explosivos se sienta sin tocar nada; en estupefaci­entes empieza a rascar y se queda también en su sito. En el hallazgo de personas, al encontrars­e lejos del guía, empieza ladrar y se queda ahí hasta que el agente llega. Después, en los tres casos, se les recompensa con un pequeño juego.

Unos sesenta agentes de los Mossos acompañan a la unidad canina, creada en 1991 y ubicada en el complejo Egara de Sabadell, donde se encuentra la unidad central, aunque cuenta con delegacion­es en otros puntos. Cada agente es el responsabl­e de su propio perro y lo tendrá hasta la jubilación del animal. ¿Y adónde van los canes una vez terminan su vida policial? “El mismo agente que le ha hecho de guía puede quedárselo. Si no ponemos un aviso en nuestra intranet por si alguien del cuerpo quiere adoptarlo y otra opción es quedarse en el complejo, donde tendrá una buena atención hasta al final”, comenta el sargento.

“Valoramos que sean fuertes, curiosos, sociales y dispuestos al juego; no han de ser de raza”, dice el sargento

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PERE DURAN / NORD MEDIA Ejercicio de uno de los integrante­s de la unidad canina de los Mossos en el aeropuerto de Girona

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