¿Qué escultor fue acusado de asesinar a su mujer lanzándola por la ventana?
Durante los tres años que duró el proceso judicial, negó siempre las acusaciones. En su primera llamada al servicio de emergencias dijo que él y su mujer habían discutido acerca de que él disfrutaba de mayor reconocimiento en el mundo del arte que ella. “Luego se fue al dormitorio y yo fui tras ella, y ella saltó por la ventana”. Pero el portero del rascacielos de Manhattan donde vivía la pareja testificó que alrededor de las 5.30 de la mañana había oído a una mujer gritar “¡No, no, no...!” segundos antes de que el menudo cuerpo de la mujer impactara contra el techo de una tienda de delicatessen que estaba abierta durante toda la noche. Cuando llegó la policía, el apartamento del piso 34.º donde vivía la pareja estaba hecho un desastre, había una ventana abierta y el escultor presentaba arañazos en la cara y en los brazos. Para entonces su declaración difería de lo que había relatado una hora antes. Habían bebido mucho, no recordaba nada. Fue detenido y acusado de asesinato.
Carl Andre (Quincy, 1935) fue absuelto de la muerte de Ana Mendieta (La Habana, 1948– Nueva York, 1985) en base al principio de “duda razonable”. Contra todo pronóstico, eligió ser juzgado por un juez en lugar de por un jurado popular para evitar la presencia de mujeres que, según su abogado, “podrían quizá ser influidas por el supuesto asunto feminista”. El veredicto demostró que fue una decisión acertada. “Se ha hecho justicia”, dijo al finalizar un proceso en el que la estrategia de su defensa fue insinuar que su mujer era inestable emocionalmente y tenía tendencias suicidas. Pero la sombra de la duda le ha acompañado siempre. Ni la familia de Mendieta, que tenía 36 años cuando murió, ni buena parte de la comunidad artística cree en su inocencia. Lo que ocurrió aquel 8 de septiembre de 1985 sigue siendo un misterio y la tragedia provoca reacciones amargamente opuestas.
Ana y Carl se habían conocido seis años antes. Él era ya uno de los titanes del minimalismo, un hombre frío y distante, de una formidable presencia física. Ella, menuda y enérgica, era una artista visceral y combativa que gozaba de sus primeros éxitos en Nueva York. Una estrella ascendente con un miedo mortal a las alturas. Su historia de amor fue intensa y turbulenta. Se casaron en Roma y pasaron su luna de miel en el Nilo, viajaron por Europa, trabajando, exhibiendo y bebiendo siempre en exceso.
Andre continúa viviendo en el mismo apartamento de la calle Mercer de Nueva York, pero su carrera se ha visto seriamente afectada y el fantasma de Mendieta le persigue en cada una de sus exposiciones. Desde el Guggenheim de Nueva York a la Tate de Londres o el Reina Sofía, cada vez que un gran museo muestra su trabajo se desatan las protestas. La pregunta siempre es la misma: “¿Dónde está Ana Mendieta?”. Según se lee en Wikipedia, “fue asesinada al ser empujada desde la ventana de su apartamento por su marido”.