Juicio a la ‘manada’ de Sabadell: un ejemplo de revictimización
Interrogatorio sin empatía del fiscal que ahonda el sufrimiento de la víctima
En la Audiencia de Barcelona juzgan a cuatro jóvenes por violar por turnos a una joven de 18 años que asaltaron de madrugada a la salida de un bar. Uno de ellos fue el autor material, otro se fugó, otros dos no han podido ser identificados y los otros tres acusados supuestamente estaban allí mirando sin socorrer a la víctima. La joven fue trasladada a una nave industrial donde fue agredida sexualmente. La Fiscalía pide para los acusados entre 37 y 41 años de prisión y la expulsión del país.
La joven declaró ayer en la primera sesión del juicio y a preguntas del fiscal relató de forma sucesiva todo lo que le hicieron aquella noche. El fiscal, sin embargo, en un interrogatorio carente de cualquier tipo de empatía y con poca consciencia del mal trago por el que estaba atravesando, obligó a la joven a rememorar una y otra vez las escenas de la violación ahondando en su sufrimiento. La interrumpió continuamente cuando abordaba la parte más dura del relato forzándola a retroceder y volver a explicar los detalles de la agresión cuando ya los había contado llegando, en ocasiones, incluso a cuestionar su testimonio. “¿Está segura de eso?, “¿estaba iluminado?”.
Con 20 años y apenas dos años después de que se produjeran los hechos, la joven, que sigue en tratamiento psicológico, tuvo que revivir el trágico episodio. Desde 2019 está sometida a un largo proceso judicial que la obliga a recordar una y otra vez lo sucedido aquella noche impidiendo que la herida pueda cicatrizar, si es que algún día puede llegar a hacerlo. En el 2019 ya relató los hechos ante la policía local de Sabadell que al día siguiente la obligó a volver a la nave industrial donde encontraron a uno de los acusados y tuvo que señalarlo como autor de la agresión. También tuvo que explicar la violación al médico que la atendió, a los Mossos d’esquadra, a la juez de instrucción, identificó a los autores en varias ruedas de reconocimiento y ahora de nuevo ante el tribunal.
En la sesión de ayer, la mujer recordó que un hombre (que no ha sido identificado) la asaltó, la arrinconó en una pared, abusó de ella luego la trasladó a una nave industrial a 10 minutos del mercado de Sabadell donde había seis jóvenes más. “El hombre que me había llevado me arrastró hasta una habitación, sin puerta, me tiró contra el sofá y me violó. Me penetró vaginalmente y también me obligó a hacerle una felación”. En este momento, el fiscal la interrumpió: “¿Nos puede precisar un poco más?. Perdone por la pregunta, ¿tenía puerta la habitación, es así? ¿Recuerda si había algún obstáculo para que se pudiera ver lo que pasaba dentro de la habitación?”, preguntó. Buscando aire para pronunciar las palabras la joven retomó el hilo y concluyó su explicación , pero el fiscal la volvió a cortar “¿Cómo termina este suceso?”. “Pues cuando él termina se levanta, yo me quedo quieta en el sofá superatemorizada y sin tiempo a reaccionar entró otro individuo a la habitación”. Perdón, ¿con el primer individuo intentó escapar o salir de la habitación?”, cuestionó el fiscal “No podía hacer nada contra él. Utilizó la violencia y la fuerza para inmovilizarme”. Cuando recordaba que la habían obligado a “hacer una felación con violencia” el fiscal también pidió aclaraciones: “Cuando dice con violencia, ¿a qué se refiere?”. “Empleando mucha fuerza”, contestó la joven. Pero el momento más incómodo fue cuando el fiscal insistió: “¿Recuerda su cara? ¿Se acuerda de él?; ¿ha vuelto a ver a esta persona en algún momento?, ¿nunca?”.
En este momento se produjo una pausa de diez segundos. El fiscal, sin percatarse de que la joven estaba llorando detrás de la mampara que la separaba de la mirada de los acusados, reiteró: “Es que no sé si ha contestado”. El juez le reprochó que estaba esperando a que la víctima se serenase.
Y, “¿no podía hacer nada contra él?”, continuó el fiscal. “Yo ya estaba suplicándoles que me dejaran, me agarró y me volvió a tumbar”. “¿Recuerda la iluminación de la sala, si había iluminación, si se veía bien?”. “A esa hora se empezó a hacer de día y había más luz”, respondió. “¿Está segura de eso?”, cuestionó.
Luego la joven se sometió a las preguntas de los abogados defensores, que intentaron minar su credibilidad para favorecer a sus clientes aunque algunas preguntas rayaron el mal gusto. “¿Por qué no llamó a algún timbre cuando la trasladaron por la fuerza a la nave industrial” o “por qué no chilló”. En otra ocasión, la joven confesó que se orinó encima fruto del miedo que había sentido. “Temía por mi vida”, dijo. Una de las abogadas, con el objetivo de sembrar dudas sobre su testimonio, preguntó al matrimonio que la rescató en la calle –que declararon como testigos– si el asiento del coche en el que la llevaron a la policía estaba mojado de orina.
Desde hace años existe el debate judicial sobre cómo evitar que las víctimas deban revivir de nuevo el episodio de violencia para cumplir con los trámites del procedimiento judicial, lo que se conoce como victimización secundaria o revictimización. En casos de violencia contra niños se utiliza la denominada prueba preconstituida, que consiste en grabar la declaración y reproducirla en el juicio. “Los jueces no son partidarios de utilizar la prueba preconstituida en víctimas de violencia de género y quieren escuchar su testimonio en directo”, explica la abogada experta en casos de violencia contra las mujeres María José Varela. “En muchos interrogatorios cuenta con las suspicacia de que la víctima miente. A diferencia de en otros delitos, se considera que el relato de las víctimas de violencia de género es menos creíble. La razón es que muchas veces la única prueba con la que se cuenta es la palabra de la víctima, pero esto sucede en muchos otros casos, como cuando se sufre un robo, y en cambio no se duda de la víctima”.
El representante del ministerio público cuestionó a la víctima de la violación múltiple: “¿Está segura de eso?”