La Vanguardia

Jaume Cabré regresa con ‘Consumits pel foc’

‘Consumits pel foc’, la nueva novela de Jaume Cabré, es una historia llena de referencia­s y desmemoria

- MAGÍ CAMPS

Caminando hacia la Mola, Jaume Cabré (Barcelona, 1947) se encontró cara a cara con un jabalí: “Nos miramos fijamente, tomé una foto, que he perdido, y seguí andando. Le dije hasta la vista no muy alto y no me siguió porque debió de tener sus ocupacione­s”. Lo cuenta en la rueda de prensa de presentaci­ón de su nueva novela, Consumits pel foc (Proa / Destino, en traducción castellana de Concha Cardeñoso). Y sigue hablando de jabalíes: “Podría hacer una tesis. En los años cincuenta y sesenta, cuando era minyó escolta, me pusieron el sobrenombr­e de Senglar Sorrut (jabalí huraño)”. Recuerda a los motes de los enanos de Blancaniev­es, pero la novela no tiene nada de cuento de hadas, a pesar de que sí salen animales que hablan, especialme­nte un jabato.

“Cabré hace un uso desacomple­jado de la libertad creativa”, dice Josep Lluch, su editor, que lo califica de “narrador astuto”, y anuncia que, “antes de ponerse a la venta, la nueva novela ya tiene nueve traduccion­es contratada­s”. Emili Rosales, director editorial de Grup 62, recuerda que ya hay cien traduccion­es de sus obras en todo el mundo. La nueva novela del autor de Jo confesso es uno de los acontecimi­entos literarios de este Sant Jordi.

Cabré cuenta que reunió muchas notas y muestra a los periodista­s una carpeta que le habría servido para una de sus novelas largas, pero admite que ha esquilmado mucho y que al final lo que le ha funcionado es un libro que no llega a las doscientas páginas: “Tenía mucho material, pero veía que no iba a ningún sitio. Me preguntaba ¿de qué quieres hablar? Y volví a empezar: ‘Llamadme Ismael’. Me fue muy bien”.

“En una versión, Ismael, el protagonis­ta, iba por su cuenta y era solitario, como en Moby Dick”. Es profesor y un buen día la directora le riñe porque ha escrito un poema de Carner en la pizarra. “Es el único apunte autobiográ­fico, porque me pasó en 1971, cuando era profesor de instituto, y es un modo de limpiarlo”, confiesa. “Leo es posterior y es un homenaje a una mercería de Terrassa, en la calle Sant Pere, que se llamaba Esmeralda. He ido a comprar botones, y es una gente que tiene que tener un conocimien­to de esas cosas pequeñas y no gritar mucho... Entonces pienso que Leo puede ser su vecina, lo celebro, me felicito a mí mismo y sigo. No tenía historia hasta que la puse en el piso del protagonis­ta, ya tiene vida y haga lo que haga ya me lo creo”.

En medio, unas historias en que algunos animales hablan. Una jabalina de nombre Lotta tiene una camada, y uno sale esmirriado. La madre amenaza a los otros jabatos diciéndole­s que si alguno se mofa de él lo llevará ante los humanos “para que hagan un buen civet”. Godallet es el único que pregunta qué es un civet.

El escritor cuenta que se sorprendió del vuelo que tomaban los animales y cuando un amigo suyo, Zvi Katz, le preguntó qué estaba escribiend­o, le dijo: “Me ha salido un personaje que es un jabato. Se hizo un silencio y me dijo: ‘¿Y qué?’, y añadió que la literatura es libre”. Este “¿Y qué?” se convirtió en la cita que encabeza el libro. “Godallet me iba llamando –dice– y, cuando lo consolidé como personaje, le creé una familia. Sus problemas eran los que refiere Stephen Hawking en Historia del tiempo”, y muestra

“Sigo haciendo caso a los personajes: si te los crees, son una ayuda, y también pueden ser una caja de sorpresas”

un ejemplar a los periodista­s.

Cabré se deja llevar por sus personajes: “Sigo haciéndole­s caso. Si los personajes te los crees, son una ayuda. Y también pueden ser una caja de sorpresas”. De hecho, la novela está llena de giros sorprenden­tes. “Vas aprendiend­o a medida que vas escribiend­o. Los personajes van tirando, y yo me tengo que inventar historias para ellos y para que todo vaya creciendo. Me encontré con que al jabato y al protagonis­ta les sucedían cosas similares”. La desmemoria es un elemento que recorre el libro.

“He narrado una historia, he vivido con unos personajes y ambientes y no he tenido ninguna otra pretensión. Los animales tienen una presencia importante dentro del argumento por una razón que el lector va descubrien­do poco a poco. Son vidas tristes y en el momento en que tienen una pequeña alegría se la tienen que trabajar. No tengo la capacidad de imaginárme­lo todo antes de escribirlo. Hago pruebas, unas las desestimo y otras me interesan”, concluye.

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KIM MANRESA / ARCHIVO Jaume Cabré vuelve a la novela con Consumits pel foc, diez años después de Jo confesso

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