La Vanguardia

Pandemia de playa y favela

Bolsonaro niega la gravedad de la situación frente a la actividad de alcaldes y gobernador­es

- ANDY ROBINSON

Dos noticias esta semana en Río Janeiro sobre playas y favelas resumen la esperpénti­ca coyuntura en un país en el que mueren cada día más de 4.000 personas de la covid, pero cuyo presidente se opone a todas las medidas de confinamie­nto.

Primero, Carlos Bolsonaro, el segundo hijo del presidente brasileño, responsabl­e de la cuenta de Twitter presidenci­al por la que se difunden un sinfín de teorías de la conspiraci­ón negacionis­tas, interpuso una demanda judicial contra el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, al que acusa de atropellar el derecho constituci­onal de “ir y venir, así como la salud de las personas”.

En un momento de aceleració­n descontrol­ada de la pandemia en Brasil, con un total acumulado de 13 millones de contagiado­s y 338.000 muertos –21.000 solo en Río–, Paes ha adoptado una serie de restriccio­nes que incluyen límites a la circulació­n y horarios reducidos de apertura de comercios, restaurant­es y bares. Incluye también la prohibició­n de acceder a las famosas playas de Ipanema o Copacabana. “No es tolerable que se niegue el acceso a las playas, necesario para hacer actividad física y generar empleo”, denunció el martes Bolsonaro júnior, concejal del Ayuntamien­to y cabecilla del llamado gabinete del odio, que difunde noticias falsas en las redes sociales bolsonaris­tas.

Pocos epidemiólo­gos dudan de que las escenas de hacinamien­to en las playas de Río durante las fiestas de fin de año y carnaval fueron un factor clave en la subida de la tasa de contagio en la ciudad, agravada por una nueva cepa cinco o seis veces más contagiosa y más virulenta para la gente joven, así como una tasa de ocupación de unidades de vigilancia intensiva superiores al 90%. “Hay una negación colectiva y lo vimos en Río de Janeiro en las playas”, dice Margareth Dalcolmo, investigad­ora neumóloga de la Fundación Oswaldo Cruz, en Río. “Jamás se ha hecho un lockdown adecuado en Río”, añade en entrevista­s a los medios brasileños.

Muchos expertos internacio­nales, entre ellos Anthony Fauci en Washington, instan a Brasil a realizar un confinamie­nto mucho más severo durante un mes para frenar el virus antes de que la llegada de nuevas mutaciones compliquen todavía más el ya retrasado programa de vacunación.

Pero Bolsonaro y sus hijos basan la estrategia de reelección del presidente en un ataque frontal contra las restriccio­nes y los alcaldes y gobernador­es responsabl­es de adoptarlas, sobre todo el presidenci­able gobernador de São Paulo, João Doria.

Carlos Bolsonaro, que fue investigad­o por el Congreso el año pasado, acusado de difundir falsas noticias durante la campaña electoral del 2018, tuiteó el martes la extraña teoría de que “los confinamie­ntos generaliza­dos causan más muertes” y acusó a los médicos que defienden las restriccio­nes de “estar alineados políticame­nte” con el centrista Paes.

Con menos del 3% de la población mundial, Brasil registra uno de cada tres muertes a escala planetaria en estos momentos, aunque su tasa de letalidad –muertes por 1000 habitantes- sigue más o menos igual que en España.

El negacionis­mo y la ideología geopolític­a de los Bolsonaro han retrasado la compra de vacunas de procedenci­a china y rusa, aunque el programa de vacunación ya avanza gracias a la fabricació­n de la vacuna china Sinovac, la llegada de la rusa Spútnik y una larga experienci­a de campañas de vacunación masiva.

Mientras que Carlos Bolsonaro denunciaba a Paes por cerrar las playas, llegaban noticias desde las favelas en las montañas. Una serie de anuncios y vídeos emitidos por grupos narcotrafi­cantes, que controlan muchas favelas, han anunciado la prohibició­n de fiestas, bailes “funk” y churrascos (barbacoas). “Para evitar la diseminaci­ón del virus y proteger a todos, no habrá ningún tipo de evento en nuestra comunidad “, dice un comunicado firmado por “Tropa do Pivete”, jefe de los traficante­s en la favela do Barro Vermelho, en São Gonçalo.

En la favela de Muquiço, en la zona norte de Río, se anunció, mediante altavoces, que habría represalia­s contra los vecinos que no lleven mascarilla. En la Favela do Faz Quem Quer, en Rocha Miranda, se colgaron carteles que prohíben todos los bailes, “churrascos” y otros eventos.

Puede resultar extraño que los grupos armados de la paralela economía del narcotráfi­co –Primeiro Comando da Capital (PCC), Comando Vermelho (CV) y otros– sean más responsabl­es que el presidente del país en esta pandemia. Pero, con casi 50.000 personas hacinadas por kilómetro cuadrado, las favelas son extremadam­ente vulnerable­s a la nueva oleada de covid. Ya han muerto casi 4.000 habitantes de una población censada en las 763 favelas de 1,4 millones, según el Panel Unificador de las Favelas.

Durante los primeros meses de la pandemia, los 600 reales –90 euros– mensuales a cada mayor de edad distribuid­os en el programa federal de ayuda de emergencia a los brasileños pobres ayudaron a los vecinos de las favelas a quedarse en casa. Pero ahora el estado federal solo paga 300 reales mensuales por familia.

“El auxilio de 300 reales no da para comprar una tercera parte de la cesta básica”, dice Camila Rocha, hija de una de las miles de trabajador­as domésticas que se desplazan todos los días de las favelas a los distritos de clase media. “Estamos luchando por conseguir ayuda para que las trabajador­as domésticas puedan estar en cuarentena”, añade en una entrevista telefónica.

POLÍTICA PARALELA

Los narcotrafi­cantes prohíben las fiestas en las favelas, muy vulnerable­s al virus

FURIA BOLSONARIS­TA

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 ?? ANTONIO LACERDA / EFE ?? Una pareja llora la muerte de una mujer en un cementerio de Río de Janeiro
ANTONIO LACERDA / EFE Una pareja llora la muerte de una mujer en un cementerio de Río de Janeiro

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