La Vanguardia

Corredor turístico austral

Con el virus controlado, Australia y Nueva Zelanda ponen a punto su “burbuja de viajes”

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Tras rebasar el año de restriccio­nes pandémicas, más que palpar, las ganas de hacer turismo se mastican en el ambiente. Por eso, cuando la primera ministra neozelande­sa anunció esta semana la inminente apertura de una “burbuja de viajes” con Australia, sus palabras tuvieron el efecto de un ensalmo. De los desvanes brotaron maletas polvorient­as cuya combinació­n más de uno había olvidado; el tráfico en las páginas de hoteles y aerolíneas se animó súbitament­e, y las solicitude­s de nuevos pasaportes aumentaron un 45% con respecto a la semana anterior.

La idea de un puente aéreo libre de la covid se fraguó hace un año, aunque pequeños brotes posteriore­s la han ido demorando. En octubre del año pasado, Canberra decidió abrir unilateral­mente sus puertas a los neozelande­ses, a los que dispensó de someterse al aislamient­o preceptivo para el resto (sí que tenían que cumplirlo a su vuelta). Este martes, con el virus ya bien amarrado en ambos territorio­s, por fin le llegó el turno a Wellington, que fijó para el próximo 19 de abril el sellado de la esperada burbuja.

A partir de ese día, los australian­os que así lo deseen podrán embarcarse rumbo a la nación vecina sin necesidad de someterse a una cuarentena a su llegada. No habrá que estar vacunado ni presentar un test negativo, pero sí demostrar que no se ha salido del país en las dos semanas previas, volar con mascarilla y someterse al rastreo de contactos en Nueva Zelanda.

Para la premier liberal Jacinda Ardern, la burbuja sobre el mar de Tasmania –que separa ambos territorio­s– representa “el comienzo de un nuevo capítulo” en su recuperaci­ón de la crisis de la covid. La noticia también fue muy bien recibida por su homólogo australian­o, el conservado­r Scott Morrison, que lo considera el “primer paso” de los muchos que todavía quedan por llegar hasta alcanzar la normalidad. “No solo en el transcurso de este año, sino más allá”, apostilló. Beneficiad­as por su aislamient­o geográfico, ambas naciones lucen un expediente notable en la gestión sanitaria de la crisis. Con sus 25 millones de habitantes, Australia ha registrado hasta la fecha unos 29.400 positivos y 909 fallecidos. Por su parte, entre los casi cinco millones de neozelande­ses se han detectado solo 2.500 casos y 26 muertos. Para lograr estos guarismos, ambos optaron por medidas tempranas de distanciam­iento social, muchas pruebas de detección y una de las políticas de control de fronteras más estrictas del mundo, que en Australia también se aplicó a escala interestat­al en cuanto surgían brotes internos.

La noticia de la burbuja fue recibida con alborozo entre sus poblacione­s –“tengo ganas de llorar”, resumió a la prensa local la neozelande­sa Charlotte Dallison–, pero no está exenta de posibles pinchazos. De hecho, la propia Ardern dejó claro que en el caso de que aparezcan nuevos brotes, se podrían suspender de improviso los viajes o reimponer las cuarentena­s. “La gente necesita tener un plan ante la posibilida­d de que su viaje se vea perturbado”, apuntó.

El proyecto supone un balón de oxígeno para sectores tan castigados como el aeronáutic­o o el turístico (el millón y medio de australian­os que visitó Nueva Zelanda en el 2019 representa el 40% del total de sus turistas). También promete animar algunas competicio­nes deportivas como la Super Rugby Transtasmá­nica, en la que se dan cita los mejores cinco equipos de cada país en esta disciplina.

Las dos naciones oceánicas no son las únicas que se han planteado crear espacios de viaje seguros. En noviembre, Singapur y Hong Kong tenían programado lanzar el suyo propio. Pero cuando los globos y carteles ya estaban preparados para recibir a los primeros viajeros, un brote repentino en la excolonia obligó a postergar sine die esos planes. No corrió la misma suerte la burbuja programada entre Taiwán y Palau –uno de sus escasos socios diplomátic­os que le quedan a Taipéi–, que inauguraro­n las visitas mutuas la semana pasada gracias a su exitosa gestión de la pandemia.

Ahora, estas burbujas pioneras están llamadas a servir de ejemplo para otros países o regiones del mundo, que podrían adoptar medidas similares para poder volver a disfrutar de uno de los mayores placeres: viajar a donde uno quiera (o, dadas las circunstan­cias, que se lo dejen hacer).

A partir del próximo 19 de abril, los australian­os podrán ir a Nueva Zelanda sin necesidad de cuarentena

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RICK RYCROFT / AP

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