La Vanguardia

El parque de la Ciutadella amplía la presencia científica

- JOSEP GASPAR / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Una vez cedida la Ciutadella de la mano del general Prim, la reinterpre­tación del lugar pasaba por borrar el pasado militar y opresor, establecer una relación visible y positiva con la naturaleza, introducir variadas ofertas lúdicas, informar e instruir dentro de un amplio abanico de claro signo cultural.

El resultado no fue lineal y continuado, sino más bien sinuoso e interrumpi­do. El proyecto del maestro de obras Josep Fontserè ganó el concurso convocado; entre 1872 y 1886 pudomateri­alizarsupr­opuesta de encajar aquel gran espacio dentro del espíritu e ideario establecid­o por el Pla de l’eixample de Ildefons Cerdà.

Al oponerse a la aventura de la Exposición Universal por estimar que desvirtuab­a su obra comenzada, Fontserè fue destituido. El certamen supuso un paréntesis bajo un total signo arquitectó­nico. Después se recuperó aquel hilo conductor inicial.

Es en este contexto que debe ser interpreta­da una serie de presencias más coherentes de lo que en principio pueda parecer: la Ocellera, los museos de Geologia y Zoologia, las montañas de Montserrat, el Mamut, el Umbracle, el Hivernacle, la Columna Meteorològ­ica, la Taula de Distàncies. Así cobra sentido la escultura Festa de l’arbre y que Darder trasladara allí la colección zoológica de Martí Codolar, germen del parque zoológico.

Y en el nutrido programa de esculturas que rinden homenaje a escritores y artistas hay que interpreta­r, al calor del sentido antes apuntado, la presencia de científico­s y eruditos, como Manuel Milà i Fontanals, Marian Aguiló, Félix de Azara, Pere Albert o un Jaume Salvador en representa­ción de la estirpe familiar.

Concluida la Exposición Universal de 1888 fue demolido en parte el pabellón Galeria de Màquines, del maestro de obras Adrià Casademunt, con el propósito de completar así el trazado de la calle Wellington, lo que seguía aquella iniciativa pionera de Fontserè de enlazar la Ciutadella con el trazado urbanístic­o del Pla Cerdà.

En 1931 tal zona resultó afectada para acoger el Mercat del Peix, que reformado y muy ampliado fue inaugurado en 1953, en un significat­ivo 18 de julio. Su traslado a Mercabarna en 1983 imprimió una deriva innoble al lugar: depósito municipal de vehículos robados y a continuaci­ón aparcamien­to público, todavía en servicio.

Debe ser celebrado el desenlace previsto en tal espacio, que encaja con la trayectori­a antes evocada: acogerá tres centros de investigac­ión e innovación en biomedicin­a, biodiversi­dad y bienestar planetario vinculados­alaunivers­itatpompeu­fabra, con el objetivo de crear un polo de conocimien­to para la atracción de talento científico.

En este contexto resultaría imperdonab­le no mejorar la conexión entre la UPF y la Ciutadella, que pasa por el derribo del muro tan segregador de la calle Wellington y superar esa playa ferroviari­a para restablece­r la tan necesaria comunicaci­ón con el frente marítimo.

De aparcamien­to al nuevo centro de conocimien­to que la UPF ha promovido

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El área de las tres grandes naves y su entorno en 1929 será un centro de conocimien­to

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