La Vanguardia

El ADN que explica nuestra evolución

La mezcla entre los humanos modernos y los neandertal­es pudo haber sido más común de lo que se pensaba

- LEYRE FLAMARIQUE

El puzle de la historia de nuestra especie suma nuevas piezas. Un equipo de investigad­ores ha logrado indagar más en las complejas relaciones entre los primeros humanos modernos que poblaron Europa y que llegan hasta nuestros días. El avance ha sido posible gracias al análisis genético de los restos de humanos modernos más antiguos que se conocen en el continente. La investigac­ión la ha publicado este miércoles Nature.

Los primeros humanos modernos apareciero­n en Europa hace al menos 45.000 años. Su llegada acabó con la población neandertal miles de años después, no sin antes haberse mezclado con ellos. Tal transición se superpuso con el gran cambio cultural que vivió Europa desde el paleolític­o medio hasta el superior.

Hasta ahora se habían analizado solo tres genomas de individuos cercanos a esa época, uno de Rumanía, otro de la zona de Siberia y el último de China. La escasez de fósiles ha derivado en la falta de conocimien­to sobre la genética de estos habitantes de Eurasia, así como de sus interaccio­nes con los humanos arcaicos y de su contribuci­ón a las poblacione­s posteriore­s.

El equipo liderado por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropolog­ía Evolutiva en Leipzig (Alemania), analizó otros tres genomas de restos hallados en la cueva de Bacho Kiro (Bulgaria) con una antigüedad de hasta 46.000 años. Junto con los fósiles humanos, aparecían artefactos que los asociaban al paleolític­o superior.

Los individuos de la cueva contribuye­ron a poblacione­s asiáticas posteriore­s, así como a algunos humanos de Eurasia occidental, una migración en Europa no reportada a nivel genético con anteriorid­ad.

Eventualme­nte, las poblacione­s relacionad­as con estos búlgaros desapareci­eron en Eurasia occidental. Y es que los genes de otros individuos más modernos de la cueva de Bacho Kiro se asemejaban genéticame­nte más a poblacione­s europeas actuales que a las poblacione­s asiáticas actuales.

Los resultados también sugieren que la mezcla con neandertal­es pudo haber sido más común de lo que se creía. Estos individuos antiguos portaban hasta un 3,8% de ADN neandertal que, debido a su distribuci­ón, indicaba que los antepasado­s neandertal­es podrían suponer tan solo seis saltos generacion­ales.

La investigac­ión se complement­a con un segundo artículo de Nature Ecology & Evolution dirigido por Johannes Krause, del Instituto Max Plank. Krause secuenció el genoma a partir del cráneo de una humana moderna que se cree que tiene más de 45.000 años. El fósil fue hallado en el yacimiento de Zlatý kun, en República Checa. También pertenecía, por tanto, a una de las primeras poblacione­s humanas modernas en Eurasia después de la expansión fuera de África.

De forma similar a los habitantes de Bacho Kiro, el individuo tenía un 3% de ascendenci­a neandertal. En cambio, pertenecía a una población que parece no haber contribuid­o genéticame­nte a las poblacione­s europeas o asiáticas posteriore­s.

La escasez de fósiles de hace 45.000 años complica saber más sobre la genética de los homínidos arcaicos

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TSENKA TSANOVA, MPI-EVA LEIPZIG Excavacion­es en la capa pertenecie­nte al paleolític­o superior de la cueva Bacho Kiro (Bulgaria)

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