La Vanguardia

El Masters de siempre

El Augusta National no será el mismo que en noviembre, ha afilado sus garras

- LUIS BUXERES

Aprimera hora de esta mañana dará comienzo la edición del 2021 del Masters de Augusta. Han pasado 144 días desde que Dustin Johnson embocara el último putt del Masters del 2020 y se enfundara por primera vez la chaqueta verde. ¡Solo 144! Pero en tiempos de pandemia es mejor no buscar muchas explicacio­nes y disfrutar el momento. Y en golf eso se traduce en el primer Grand Slam del calendario. Pero este Masters poco tendrá que ver con el que se disputó hace casi cinco meses, en el que Johnson aprovechó las benignas condicione­s del Augusta National en la novedosa fecha de noviembre (greens mucho más receptivos) para firmar el resultado global más bajo en la historia del torneo, -20.

La mayoría de los 88 invitados a jugar el torneo lleva días entrenando el campo y ya se ha dado cuenta de que cada birdie va a tener que sudarlo. Los greens empiezan a adquirir un tono marronáceo que no augura nada bueno para los golfistas, algo que llevaba años sin suceder. Los profesiona­les van a sufrir de lo lindo y el putt volverá a ser un palo decisivo. Como es preceptivo en Augusta. Las previsione­s indican que podría llover el viernes y el sábado pero no hay nada definitivo. Si el Augusta National esquiva el agua, acercarse al resultado de Johnson va a ser misión absolutame­nte imposible. “Si el tiempo se mantiene así, vamos a ver a Augusta mejor que nunca”, vaticinaba un veterano como José María Olazábal, con dos chaquetas verdes en su armario. “Si los greens siguen así, los más jóvenes se van a quedar boquiabier­tos con las cosas que puede hacer la bola”, avisaba Phil Mickelson, uno de los que mejor conocen todos los secretos del mítico campo.

Uno de los que menos tiempo han tenido para comprobar estas duras condicione­s que presenta el recorrido es Jon Rahm, que apenas lleva unas horas en Augusta. Kepa Cahill Rahm llegaba al mundo el pasado sábado y retrasó los planes de viaje de su padre, que había avisado de que si su mujer, Kelley,

se ponía de parto esta semana hubiera abandonado de inmediato el torneo para acompañarl­a. El de Barrika sigue persiguien­do estrenar su palmarés de grandes yyaha demostrado que en el Augusta National se siente muy cómodo. No en vano ha acabado entre los diez primeros en las tres últimas ediciones. “Sé que puedo ganar, tengo el talento que se necesita”, declaraba

ayer mismo antes de salir a jugar unos hoyos y tomar contacto con el campo. Rahm compartirá partido en las dos primeras jornadas con Xander Schauffele y Rory Mcilroy, otro de los que buscan su primera chaqueta verde en un campo que, sobre el papel, se ajusta a su juego a la perfección.

Al margen de Olazábal, que lleva varios años sin pasar el corte pero que ayer se dio la alegría de regalarle una pulla a Rahm por el triunfo de su Real Sociedad ante el Athletic en la final de Copa (“estaba deseando verle para regodearme”, bromeó), la participac­ión española se completa con Sergio García. El castellone­nse es una baza muy que

tener en cuenta este año. El campeón del 2017 llega en muy buena forma a Augusta tras su top ten en el The Players y tras alcanzar los cuartos de final en el Mundial Match Play. Pero es que además, en un año en el que la experienci­a va a jugar un papel fundamenta­l dadas las condicione­s del campo, García gana muchos enteros.

Pero son varios los jugadores que acaparan la atención en las horas previas. Jordan Spieth, por ejemplo, campeón el domingo en Texas. O Bryson Dechambeau, que ha hecho las delicias de sus competidor­es en prácticas estos días con su supersónic­o swing. Y es que en Augusta todo es posible.

LAS BAZAS ESPAÑOLAS

Dustin Johnson defiende la chaqueta, García recurre a su experienci­a, y Rahm, a su hambre de gloria

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KEVIN C. COX / AFP Jon Rahm se entrenó ayer antes de debutar en el Masters de Augusta

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