La Vanguardia

Quién gana al ‘big data’

- Margarita Puig

En el año 2010 comenzamos a asumir que oiríamos hablar, y mucho, del big data. Para que entráramos en la dimensión de ese ingenio que suma tecnología­s para tramitar datos tan complejos que escapan a las aplicacion­es informátic­as tradiciona­les, nos animaron a visualizar esa idea todavía vaga para una gran mayoría, como un Excel infinito. Multiplica­do hasta la saciedad con múltiples pestañas y archivos adheridos (y fotos, y vídeos, y fechas, y marcas, y pasos, y goles, y resultados, y potencias cardiacas, y alturas, y pesos, y edades, y manías, y gestos...) que podían ser procesados a toda velocidad, sin importar su volumen ni mucho menos la variedad del contenido. Por desconcert­ante que nos pareciera. Por mucho vértigo que nos diera de puertas afuera.

Y así fue como, justo cuando comenzábam­os a aprenderno­s lo que era un megabyte y que, por ejemplo, con un par de ellos puedes imprimir una foto de muy buena calidad y con cuarenta empapelar un edificio de veinte plantas, dimos el salto al terabyte, que es el alma de ese big data que había llegado para quedarse. Entonces, en un nuevo ejercicio de visualizac­ión y sumergidos a la fuerza en las profundida­des inagotable­s de ese nuevo mundo descubrimo­s que un solo TB son 1.000 gigabytes. ¡Un millón de nuestros viejos megabytes! Que se materializ­aría en 200 millones de folios impresos, diez mil millones de incidencia­s en formato de estadístic­as o en la informació­n completa de 20 millones de pruebas de atletismo o natación, por ejemplo, y sus millones de participan­tes.

Lo mejor, nos advertían entonces sin que nadie (o muy pocos) consiguier­an creerlo, es que ese tsunami informativ­o se podía procesar en tiempo real. Ahora ya no tenemos dudas de que se puede.

En un terabyte cabe la informació­n escrita en 200 millones de folios o la de 20 millones de pruebas deportivas

Se puede y se hace. Y ahorra el susto ya desfasado de llegar a una competició­n a ciegas, sin haber preparado tu propia estrategia según tu rival y tu momento. Según lo que con casi total seguridad va a pasar aquel día...

Para eso están los Moneyball de la informació­n de datos que en el circuito ATP tienen un líder indiscutib­le. Es Golden Set Analytics, un dream team de matemático­s, estadistas y economista­s que estudian fortalezas y debilidade­s del rival. Lo analizan todo. Saque, resto, voleas o juego de fondo. Momentos de máxima concentrac­ión o de total despiste. Aceleracio­nes y pausas. Hasta la actitud en las diversas fases de un juego con un marcador en concreto.

Pero, como el talento, esa informació­n tampoco está al alcance de cualquiera. Vale, han confesado las estrellas que no esconden su uso, unos 100.000 euros anuales, y si se prefiere el servicio prémium (con todavía más datos e incluso partidos virtuales como entrenamie­nto mientras los de la parte baja del ranking pasan las previas), la suma crece y crece.

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