La Vanguardia

Crucemos los dedos

Corea del Norte practica un boicot sanitario a Tokio 2020: ¿quién viene detrás?

- SERGIO HEREDIA

Corría 1933 y Hans von Tschammer, director de la Oficina de Deportes del Reichstag, dijo: –Todos los alemanes deberían contribuir voluntaria­mente para reforzar el espíritu militar de nuestro pueblo.

La Alemania nazi tomó nota: se propuso hacer de sus Juegos, los de 1936, los Juegos de la Propaganda.

Naturalmen­te, los judíos se quedaron fuera. El Holocausto iba cobrando forma, no había lugar para ellos. Ante el mundo, aquellos Juegos, los del 36, debían evidenciar la superiorid­ad de la raza aria.

Citius, altius, fortius, una raza superior parecía diseñada para asombrar al mundo: hombres y mujeres altos, rubios, de ojos claros y mandíbulas prominente­s. Estados Unidos tenía sus dudas. Se generarían corrientes opuestas. Dos grandes dirigentes se enfrentaro­n entre sí. El juez Jeremiah Mahoney, presidente de la Unión Atlética Amateur, proponía el boicot a Berlín 1936: interpreta­ba que el Reich atentaba contra el movimiento olímpico, el mismo que denunciaba el trato discrimina­torio por razones de raza o religión. Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Estadounid­ense, respondía que ni hablar:

–Una cosa es el deporte y otra, la política. No mezclemos las cosas.

El debate se decantó del lado de Brundage y Estados Unidos apareció en Berlín 1936 (de hecho, no hubo boicot internacio­nal de ningún tipo).

Entonces se asistió a la paradoja. Un atleta negro, Jesse Owens, acabaría sonrojando al Führer: superó a los arios y, prueba tras prueba, se apropió de cuatro oros, en 100, 200, longitud y 4x100.

Luego se sucedió la Segunda Guerra Mundial y tras ella, la guerra fría, argumento de los grandes boicots internacio­nales, cuya máxima expresión cobraría forma en los años 60, 70 y 80.

El apartheid sudafrican­o comprometi­ó los Juegos de México’68 y Montreal’76. Tanzania lideró las protestas africanas. Si Sudáfrica comparecía en México DF, un abanico de naciones africanas recogería sus maletas y se iría a casa. El COI se adhirió a la opción más numerosa. Sudáfrica se quedó fuera.

No pasaría lo mismo en 1976: 28 países africanos pedían el veto a Nueva Zelanda, cuyo equipo de rugby había competido en la segregacio­nista Sudáfrica.

Esta vez, el COI no tragó.

Pese a los dieces de Nadie Comaneci, Montreal’76 quedó a medio pelo: entre otros, no habían acudido Argelia, Camerún, Kenia, Etiopía, Marruecos o Nigeria, y tampoco lo hizo China, cuyo conflicto entre su República Popular y su República a secas (Taiwán) seguía humeando.

Moscú’80 iría incluso más allá. El telón de acero pesaba como un muerto. La guerra fría se había recalentad­o. Moscú penetraba en Afganistán (¿les suena?) y Jimmy Carter se negaba a aceptarlo. Sentados en sus sofás, frente a los televisore­s en blanco y negro, atletas de 66 países (por supuesto, también los estadounid­enses) contemplar­on los magníficos duelos entre Coe y Ovett en el estadio Luzhniki y la proeza de Jordi Llopart (DEP), el primer atleta español en un podio olímpico, plata en 50 km marcha. ¿La respuesta?

Cuatro años más tarde. Entonces eran los soviéticos y sus satélites (incluidos Irán y Albania) quienes se negaban a acudir a Los Ángeles’84. En un ejercicio de acentuado chovinismo, y sin la rivalidad del Este, Carl Lewis emularía a Jesse Owens. Fue oro en 100, 200, longitud y 4x100, escribiend­o una leyenda que los jóvenes de hoy pasan por alto: hagan la prueba, pregunten en las facultades de Periodismo o en el INEFC.

Sería el último gran boicot. Derribado el muro de Berlín, el mundo se antoja más polarizado. Aunque cinco países, cada uno por su cuenta, le daban la espalda a Seúl’88 (Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Albania y Etiopía), el mundo entero se abrazaría en Barcelona’92. Iniciativa­s internacio­nales plantearía­n el veto a Pekín 2008: les disgustaba su trato con el Tíbet y su vulneració­n de los derechos humanos. Nadie les secundó.

Veremos qué sucede a partir de ahora, tras el boicot sanitario de Corea del Norte a Tokio 2020.

GRANDES ESCARCEOS Moscú’80 y Los Ángeles’84, inmersos en la guerra fría, marcaron los grandes boicots

 ?? . ?? Jesse Owens se subió a lo más alto del podio en cuatro ocasiones durante los Juegos de Berlín 1936
. Jesse Owens se subió a lo más alto del podio en cuatro ocasiones durante los Juegos de Berlín 1936

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain