Me la volvería a poner
Como miembro de un colectivo prioritario, de los “esenciales”, el 10 de marzo me pusieron la primera dosis de Astrazeneca. Fue rápido y bien organizado. Me tomé un paracetamol la noche anterior y otro el día siguiente, y no sufrí ningún efecto negativo. Dentro de unos dos meses, cuando me corresponde la segunda dosis, no me importaría que me volvieran a inyectar Astrazeneca aunque ahora se haya detenido su administración en menores de 60 años, como es mi caso.
Me he planteado que quizá todo el alboroto que existe en torno a esta vacuna pueda ser debido a que es más barata que las demás. No lo sé, pero en todo caso considero que habrá sido suficientemente probada, como todas las que ha autorizado la Agencia Europea del Medicamento, y me parece que el porcentaje de afectados por los efectos secundarios es bastante moderado. De hecho, que salgan todas estas noticias demuestra que hay un control y una prevención de la salud pública.
Cuando me convocaron para la vacunación no lo tenía muy claro, lo reconozco. Me hizo decidir ir el pensar que podría perder el turno y quizá pasaría mucho tiempo antes de que volviera a tener la oportunidad de inmunizarme. En el trabajo un par de personas siguen pensando que nos utilizan como conejitos de indias con unas sustancias producidas de forma precipitada. Es una minoría.
Yo, ni me arrepiento de haberme puesto la Astrazeneca, ni me inquieta que se cuestione para mi edad, ni sufro por la segunda dosis: si no hará falta, si será de otra marca o será de la misma. Intento que no me agobie todo este bombardeo informativo. Cuando llegue la hora me pincharé aquello que me recomienden, sin miedo.