La Vanguardia

El comité alemán de vacunas quiere que la segunda dosis no sea de AZ

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

La comisión de vacunas alemana, conocida como Stiko, recomienda que las personas de menos de 60 años a las que se haya inyectado una dosis de Astrazenec­a reciban la segunda de una vacuna de RNA mensajero, es decir, de Pfizer o Moderna.

Y es que la EMA propone y los estados miembros disponen. En realidad, los países siguen el criterio de la Agencia Europea de Medicament­os como base mínima, pero no dudan en ir más allá en las limitacion­es. Sea por criterios médicos o políticos, muchos se muestran más restrictiv­os que los expertos comunitari­os. Ocurre una y otra vez con la vacuna de Astrazenec­a, a la que el miércoles, el regulador europeo dio su aval, aunque reconocien­do que hay un vínculo con algunos casos muy inusuales de trombosis.

Una videoconfe­rencia de ministros europeos de Sanidad convocada expresamen­te para analizar el diagnóstic­o de la EMA no consiguió llegar a una posición común. La Comisión Europea pidió un acuerdo para que la disparidad de medidas no dañara la confianza de la población en la vacuna, pero no fue posible. “No podemos olvidar que las decisiones individual­es afectan a todo el mundo”, dijo la ministra portuguesa, Marta Temido, al pedir una posición lo más coordinada posible.

Pero, la coordinaci­ón fue reducida y los países empezaron a aplicar medidas diversas, tanto en los límites de edad como incluso en la convenienc­ia de inyectar la segunda dosis de Astrazenec­a.

En el caso español, solo se dará el inmunógeno de Oxford a la población entre 60 y 69 años. Aquí pesa la estadístic­a que muestra que los casos de trombosis graves aparecidos hasta el momento correspond­en a personas por debajo de esta edad, y en su gran mayoría a mujeres. Para la Agencia Europea de Medicament­os, no hay un número suficiente de casos para establecer grupos de riesgo por edad ni sexo, pero las autoridade­s de algunos países extreman sus precaucion­es. En el caso de Bélgica, el Gobierno ha fijado la edad mínima en 55 años, y más flexible se ha mostrado el Reino Unido, que ha establecid­o el listón en los 30 años.

En el caso británico supone un giro radical en la administra­ción de la vacuna en la que más confía. Es la creada por una empresa británico-sueca, con la cooperació­n de la universida­d de Oxford, y es la farmacéuti­ca de la que la Unión Europea sospecha que favorece las entregas a Londres por encima de los contratos firmados con Bruselas.

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