Me siento rejuvenecer
Otra ronda
Dirección: Thomas Vinterberg Intérpretes: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe Producción: Dinamarca, 2020. Drama.
Ocho años después de La caza,
Thomas Vinterberg y Mads Mikkelsen nos ofrecen otra de esas películas que estimulan el debate tocando temas de importancia. La caza giraba en torno a la pederastia, o mejor dicho a la supuesta pederastia, a la sospecha, y el filme abordaba el conflicto con tensa ambigüedad. Otra ronda se inscribe en la muy amplia filmografía centrada en el alcoholismo, y aunque su discurso no abandona la ambigüedad, se sobrepone a ella una notable carga de ironía. Sus protagonistas son cuatro profesores amigos (uno de ellos Mikkelsen) que ya empiezan a sentir el peso de la edad y, como si de un juego se tratara, deciden seguir las teorías de un filósofo que aconseja ingerir una cierta dosis diaria de alcohol para mejorar la mente y fortalecer el espíritu. Como se ve venir, la moderación será solo cosa de los primeros días. La bebida, en fin, tendrá sus efectos positivos: se sentirán vitales, rejuvenecidos, mejorarán su conexión con los alumnos, etc. ¿Y negativos? Algunas cogorzas nocturnas son realmente lamentables, patéticas, pero Otra ronda
no condena en ningún momento el consumo excesivo de alcohol y mucho menos en la escena final de la película, que tiende a la exaltación. En Otra ronda hay algo de autobiográfico, de empírico o de expulsión de demonios. Vinterberg nació en el seno de una familia hippy, a la que de alguna manera dedicó su antepenúltimo largometraje, La comuna , y el consumo de alcohol fue ya desde muy joven un hecho asumidamente cotidiano y parte inseparable de la joie de vivre. El cineasta, antaño adalid del movimiento Dogma con Lars von Trier, confiesa haber bebido de más siendo todavía menor de edad y haberse sentido libre y feliz. Eso es lo que tiene su película de celebración. ¿Una película, pues, subversiva, provocativa? Que cada espectador saque sus propias conclusiones: Vinterberg no es partidario de los sermones, nunca lo ha sido. Sí, en cambio, del humor sutil, de la comedia fina: el trompazo contra la pared del protagonista borracho, en el colegio, similar al que se pegaba contra un cristal Jack Lemmon en Días de vino y rosas; gags que aúnan risa y crueldad y que sin palabras tocan el tema en profundidad. Por lo demás, Otra ronda es una película no particularmente creativa, pero sí elegante, bien ritmada y fotografiada, estupendamente interpretada y que, claro está, sabe de qué habla: no es frecuente ver en las películas una cita a Juvé & Camps.