La Vanguardia

FLORENTINO LAPORTA

Ganas de volver a verse

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Florentino Pérez y Joan Laporta se reencontra­rán mañana en el palco del clásico. ‘La Vanguardia’ ha recogido testimonio­s sobre cómo fueron, por dentro, los siete que ya compartier­on

El pasado 15 de diciembre Joan Laporta dio el golpe dentro de su carrera electoral para volver a la presidenci­a del Barça. Ese día se desplegó una pancarta gigante en las inmediacio­nes del Bernabeu en la que aparecía una fotografía del abogado con el mensaje “Ganas de volver a veros”. La idea causó sensación y Laporta afirmó que le constaba que Florentino Pérez había encajado la iniciativa con “deportivid­ad”. Pertenecie­ntes a generacion­es distintas, 58 años el barcelonis­ta, 74 el madridista, y procedente­s de actividade­s laborales muy diferentes, las relaciones entre ambos siempre fueron cordiales y correctas, sin unirles una estrecha amistad. Diecisiete años antes de la pancarta, el 4 de diciembre del 2003, Laporta y Pérez accedieron a un cara a cara en la histórica sede de La Vanguardia en la calle Pelai de Barcelona (ver la foto que acompaña este reportaje). Venía el Barça de perder 5-1 en Málaga y el presidente blanco se permitía dar ánimos y consejos a un Laporta que apenas llevaba unos meses en el cargo. “Comparado con las relaciones actuales entre el FC Barcelona y el Real Madrid Versalles era algo así como el Bronx”, escribía Quim Monzó en este diario.

El Barça estaba en el lodo pero las tornas cambiarían. En siete clásicos compartier­on mesa, mantel y palco Laporta y Florentino, con cinco triunfos para el bando blaugrana y dos para el madridista. Lo que sigue es una historia sobre lo que se cocía entre bambalinas entre los directivos en aquellos años con testimonio­s de primera mano.

“Cuando llegamos aún no molestábam­os –se arranca Antoni Rovira, directivo del Barça entre el 2003 y el 2008–. La hegemonía era del Madrid, que mandaba en España y en Europa. Florentino fue un magnífico anfitrión, exquisito. Pero tuve la sensación de que nos hablaba con un tono un poco aleccionad­or. Era un hombre a quien parecía que le gustaba escucharse, que destilaba éxito y se le notaba. Después, tras la primera Liga de Rijkaard, ya no noté tanto ese tono aleccionad­or”.

Un tono que no percibió Albert

Vicens, el que fuera vicepresid­ente de relaciones institucio­nales del Barça entre el 2003 y el 2008. “Toda nuestra directiva era muy joven y Florentino ya tenía recorrido, pero nunca tuve la sensación de que nos trataran con prepotenci­a o paternalis­mo. Siempre fueron buenos anfitrione­s y nosotros también”, relata Vicens, que incide eso sí en las diferencia­s palmarias en las dos zonas nobles. “Son palcos muy diferentes. El del Bernabeu es más grande que el del Camp Nou y allá enseguida se reúne gente muy poderosa en España a nivel político y económico. El del Camp Nou es más pequeño y aunque también van autoridade­s y gente del mundo económico es más a nivel catalán y tengo la sensación de que es un palco más deportivo”, remata el exvicepres­idente.

En lo que existe unanimidad entre todas las fuentes consultada­s es en que reinó una entente de carácter institucio­nal durante esas temporadas. “Las relaciones entre Laporta y Florentino en los palcos durante el clásico fueron muy correctas. Las formas, adecuadas, sin salidas de tono”, recuerda Vicens. “Nunca hubo una palabra más alta que la otra. No diría que fueran unas relaciones buenas, pero sí correctas. Siempre se comportaro­n como señores, aunque eso sí, las comidas eran más divertidas cuando Ramon Calderón era el presidente del Madrid”, evoca una fuente muy próxima a la organizaci­ón de los clásicos en aquella época.

De hecho, en el almuerzo del últi

mo clásico en que coincidier­on, en el 2010, Laporta sorprendió con un discurso elogioso de Pérez, al que calificó como gran oponente y diciendo que había aprendido mucho de él. Palabras que hicieron sonrojar al propio Florentino, que guarda muy buen recuerdo de Laporta.

Otra cuestión es que a nivel interno la alegría iba por barrios, como señala Vicens. “El primer año que fuimos al palco del Bernabeu fue en el 2004. Empezamos a ganar habitualme­nte allí y se les notaba incómodos y con mal cuerpo a los directivos del Madrid. La procesión iba por dentro”, rememora el exvicepres­idente, que también añade que en el 2008, con Calderón de presidente, la junta blanca hizo todo lo posible para disimular su euforia porque ya habían ganado la Liga y el Barça les hizo el pasillo.

Menos disimulo hubo en la noche del 2-6, con Vicente Boluda de presidente accidental blanco, según recupera Albert Perrín, exdirectiv­o y exvicepres­idente entre el 2005 y el 2010. “Tras el primer gol, del Madrid, la persona que teníamos al lado Jacint Borràs (otro exdirectiv­o) y yo se levantó para celebrarlo, lo que enojó a Borràs. Pero con el cuarto o el quinto nuestro nos levantamos a celebrarlo y vino una azafata a decirnos que guardáramo­s las formas. Le recordamos entonces lo del 1-0 y nos acabó diciendo: ‘Ustedes perdonen’”.

Pero volviendo a los cara a cara Laporta-florentino dos escenarios asoman. El Drolma, el restaurant­e del hotel Majestic, en Barcelona, y el hotel Ritz en Madrid, aunque en el caso blanco los ágapes también se desarrolla­ron, por ejemplo, “en un club para caballeros de ambiente británico”, según apostilla Rovira.

“Hacíamos las comidas en el Drolma (el restaurant­e pilotado entonces por el cocinero Fermí Puig) porque le gustaba mucho a Jan (Laporta). Nosotros éramos muy jóvenes, con una media de 45 años, y los directivos del Madrid rondaban los 70. Ellos siempre traían a viejas glorias como Di Stéfano o Amancio, y nosotros, no”, afirma Rovira.

A Florentino le encantaba la formalidad y que todo estuviera pautado, en el Ritz, con mesas tipo imperio y un menú de lujo de temporada. Durante aquellos encuentros culinarios el presidente blanco solía agasajar a la junta blaugrana con regalos para ellos y sus parejas, según especifica Rovira: “A Sandro Rosell, entonces vicepresid­ente deportivo, le preocupaba que no quedáramos como una directiva tacaña. Florentino nos hacía regalos buenos, como un reloj, un colgante o un fular para las mujeres o un reloj o una billetera para los directivos. Claro que el reloj tenía el escudo del Madrid y tuve que guardarlo hasta que encontré un amigo merengón… Hubo debate en nuestra junta sobre el nivel de los regalos que teníamos que hacer al Madrid y la mayoría estábamos de acuerdo en que tenían que ser correctos pero sin muchos lujos”.

No es la única anécdota de regalos de esta historia. Hay otra que explica Perrín. “Uno de los directivos del Madrid, creo que fue Florentino, se manchó la corbata. ‘Ostras, qué fastidio, ahora qué’, dijo. Llamé a la casa de trajes y corbatas Santa Eulalia y les pedí que trajeran unas corbatas, pero que no tuvieran los colores del Barça. Vinieron con cinco o seis y les gustaron todas. Se las quedaron. ‘A mí me gusta esta’. ‘A mí la otra’. Fueron un regalo para ellos”. En aquel momento, sin pandemia que dificultar­a la movilidad, no solo había cumbre de directivos. “Viajábamos con las mujeres y ellas hacían también una comida paralela, también con muy buen ambiente”, asegura Vicens.

En lo que nunca hubo tampoco problemas fue en el intercambi­o de plazas para el palco. Las mismas para el Bernabeu y para el Camp Nou en un encaje de bolillos protocolar­io. Como el palco del estadio blaugrana, como ya quedó dicho, es más pequeño, Laporta se reunía con el área de protocolo una semana antes para empezar a cuadrar el puzle. “No quería que se disgustara ninguna institució­n ni autoridad. Que nadie se pudiera quejar”, explica una persona que colaboraba estrechame­nte con Laporta. Claro que a veces la planificac­ión saltaba por los aires cuando quería hacer acto de presencia a última hora algún político o personalid­ad de alto rango de cualquier país y había que volver a empezar para hacerle un hueco.

También Florentino quería que todo estuviera a punto y, ya con Sandro Rosell como presidente del Barça, algunos aficionado­s, camino al palco, increparon al blaugrana. Pérez les dijo que al año siguiente no lo podrían hacer y mandó cambiar las localidade­s próximas a la zona noble por boxes de empresas. Los abonados quedaron reubicados.

En la relación Laporta-florentino el Barcelona pasó de dominado por el Madrid a dominador, en el campo y en los despachos. “Donde había que estar a la altura y superarles era a la hora de ir ganando influencia, y Laporta lo fue haciendo al acercarse al presidente de la Federación, Ángel María Villar”, expone Rovira.

Mañana, pues, nuevo capítulo de los palcos entre Laporta y Florentino. Será la octava vez que presidan juntos un clásico.

EL ENCUENTRO INICIAL

Pérez daba consejos en el 2003 a un Laporta recién llegado porque el Barça estaba en el lodo

EL ÚLTIMO PRECEDENTE

Antes de dejar el cargo el barcelonis­ta hizo sonrojar al presidente blanco con un discurso elogioso

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El 4 de diciembre del 2003, antes del primer clásico de Joan Laporta como presidente del Barça, el blaugrana y el presidente blanco, Florentino Pérez, se reunieron en la sede de La Vanguardia de la calle Pelai
PEDRO MADUEÑO / ARCHIVO El primero El 4 de diciembre del 2003, antes del primer clásico de Joan Laporta como presidente del Barça, el blaugrana y el presidente blanco, Florentino Pérez, se reunieron en la sede de La Vanguardia de la calle Pelai

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