Cerrado por desinterés
El cierre del grupo de restaurantes El Barri, con el famoso Tickets de Albert Adrià como emblema, confirma los peores augurios que se ciernen sobre el sector de la restauración a causa de la pandemia. Un año muy largo con restricciones horarias o de aforo y, sobre todo, la falta de movilidad que ha afectado especialmente al turismo están abocando a una crisis sin precedentes a todo el sector. Barcelona es una de las capitales más afectadas y según el Gremi de Restauració las clausuras ya afectan hasta un 25% del total. Espacios tan populares como el Senyor Parellada o Cal Pinxo ya son historia y el cierre del Tickets, todo un referente internacional, ha sido un golpe muy duro para la imagen de la ciudad.
Lasquejasdelsectorcontralaadministraciónsecentranenlafalta de ayudas y en la dureza de las medidas de control de la covid. En el primer aspecto, las protestas deben ser matizadas porque los créditos ICO y los ERTE han permitido mantener con vida muchos de estos negocios. El problema es que muchos restauradores se tienen que hacer a la idea que van a estar endeudados durante unos cuantos años. Capítulo aparte merecen las restricciones, en que el gran enfado se produce por el cierre nocturno que imposibilita ofrecer cenas. El malestar se acrecienta ante la excepción de la Comunidad de Madrid, donde sí se han mantenido abiertos los restaurantes.
¿Los diferentes gobiernos podrían haber ayudado más? ¿O podrían haber sido más permisivos en sus medidas? Son preguntas lícitas que se pueden hacer y la Administración puede matizarlas. Pero lo que, a mi juicio, no tiene defensa posible es que estos cierres se produzcan ante el desinterés de la clase política. Hoy escribimos de los restaurantes, pero podríamos referirnos a los hoteles, los comercios o los autónomos, o podríamos recordar los empleos y negocios que se han perdido.
En este contexto tan negativo, no hay ninguna razón de peso para que Catalunya siga sin gobierno. Por respeto a toda la gente que lo está pasando mal, no se puede perder más el tiempo y especular con nuevas elecciones. Que no parezca que mientras la crisis azota a sus ciudadanos los políticos se dedican a estrategias de salón. Que la interinidad se acabe ya.