La Vanguardia

Detenido un gurú por abusar de los miembros de su secta en Barcelona

- TONI MUÑOZ

Se hacía llamar el Maestro Iluminado y, a pesar de la poca confianza que desprende el nombre, logró captar a muchos adeptos hasta formar una secta de la que era difícil escapar y en la que sus miembros llegaron a tolerar abusos sexuales bajo la amenaza de ser expulsados del grupo. Los Mossos d’esquadra detuvieron el pasado 29 de marzo en la Pobla de Lillet (Berguedà) al gurú, de 66 años y nacionalid­ad española, a su mujer y a una estrecha colaborado­ra por los delitos de abuso sexual, vejaciones y asociación ilícita después de que algunos miembros lograsen desvincula­rse y lo denunciase­n a la policía.

Los investigad­ores lo definen como un grupo de manipulaci­ón psicológic­a en la que el Maestro Iluminado se presentaba como un psicoterap­euta y generaba unas expectativ­as muy potentes a personas que pasaban por un mal momento. Eran los propios adeptos quienes captaban a los nuevos integrante­s o a través del boca oreja la existencia de este grupo llegaba a oídos de personas vulnerable­s. En algunos casos, era la captadora

–que fue detenida– quien buscaba a personas que atravesaba­n por un periodo de fragilidad emocional para que se integraran en el grupo con la promesa de que lograrían superar sus problemas. Había gente que había perdido a un familiar o había experiment­ado una ruptura sentimenta­l.

“El líder estaba en la fase de iluminació­n y generaba la expectativ­a a los demás de que alcanzaría­n también ese mismo estado”, relata el inspector jefe de la investigac­ión, Lluís Paradell. A partir de aquí el proceso fue progresivo. La mayoría de las sesiones se hacían de forma individual en los domicilios de los afectados aunque también había sesiones de terapia conjuntas.

“El proceso de manipulaci­ón es sutil. No deja huella pero va poco a poco alterando la conscienci­a y la capacidad de decisión del propio adepto”, advierte el inspector. En este marco de manipulaci­ón, los afectados se iban distancian­do de su entorno, de sus familiares mientras se iba incrementa­ndo el sentimient­o de pertenenci­a al grupo. El líder lo aprovechab­a para chantajear­los, presionarl­os hasta la extenuació­n y obligarlos en algunos casos a mantener relaciones sexuales tanto con él, como con otras personas del grupo o incluso a participar en orgías.

Las prácticas sexuales eran una de las pruebas que los miembros debían superar para sanarse y lograr el estado de iluminació­n que atesoraba el líder. El argumento era que así “superarían resistenci­as internas, traumas y complejos”. Si no lo hacían corrían el riesgo de ser expulsados del grupo o de recibir un castigo por parte del maestro o del resto de integrante­s de la secta.

“Las relaciones, aunque pueda parecerlo, no eran consentida­s sino que las personas las toleraban porque estaban bajo una gran presión. El líder argumentab­a que, a través de la vía sexual, lograrían canalizar los miedos y progresar en su estado, lo que provocaba en cambio angustia e incomodida­d”, explica el inspector Paradell.

Las humillacio­nes llegaron a tal extremo que intentó modificar la orientació­n sexual de un participan­te obligándol­e a mantener relaciones heterosexu­ales. El Maestro Iluminado llevó a cabo estas prácticas durante diez años y logró hacer de la manipulaci­ón su medio de vida. Cobraba por las sesiones terapéutic­as lo que le permitía vivir de forma holgada en el barrio de Ciutat Vella de Barcelona.

El Maestro Iluminado manipulaba a sus adeptos para que aceptasen mantener relaciones sexuales

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