La Vanguardia

“Los animales nos enseñan a amar”

- Ima Sanchís Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet

Tengo 39 años. Nací en Sevilla y vivo en Córdoba con un marido, dos hijos, dos perras y dos gatos.

La civilizaci­ón actual vive desconecta­da de la naturaleza y el resto de los animales que son nuestros orígenes. Creo que hay algo superior, basado en el amor, que nos une a todos

Hasta que uno no ha amado un animal, una parte del alma sigue sin despertar”.

Estoy totalmente de acuerdo con Anatole France. Conozco a muchas personas que decían no gustarle los animales hasta que uno entra en sus vidas y descubren todos sus beneficios.

Hablemos de ellos.

Por citar alguno, está demostrado que su compañía disminuye la ansiedad o el estrés, reduce la sensación de soledad, mejora la percepción de la salud física y permiten un incremento en la actividad de las personas.

Hay más perros y gatos en los hogares que hijos menores de diez años.

Eso dice el Instituto Nacional de Estadístic­a de Madrid. La inserción de la mujer al trabajo retrasa la maternidad, y la conciliaci­ón familiar sigue siendo un tema pendiente.

Tenemos menos hijos y más tarde.

Y los animales nos colman de afecto, así que esa es la tendencia, más mascotas y menos hijos.

¿Cuál es su experienci­a?

Las mascotas nos ofrecen una conexión con nuestros orígenes, es como un despertar del alma, una comunicaci­ón sin palabras. Hay un enriquecim­iento del sector del cuidado del animal y de su alimentaci­ón. De hecho es uno de los sectores más productivo­s.

Los animales nos otorgan beneficios a nivel físico, mental y emocional.

El solo hecho de ver un documental de animales genera bienestar, por eso en las redes sociales hay tanto vídeo de animales. Ver un vídeo de gatitos jugando te puede producir un bienestar muy parecido al que tienes acariciánd­olos.

Según estudios geriátrico­s el ronroneo de los gatos calma la ansiedad de personas con demencia.

Cierto, y en los geriátrico­s que tienen algún animal para que los ancianos los cuiden les ayuda a ser más dóciles con sus cuidadores, entienden que ellos también tienen que ser lavados y peinados, y se crean círculos de personas alrededor del animal que interaccio­nan entre ellos.

Su amor es poderoso.

Son la máxima expresión del amor incondicio­nal. A veces, con su simple presencia, con su canto, con su movimiento de cola o su ronroneo, son capaces de sacarnos de la tristeza o la soledad. En contrapart­ida, cuando fallecen, dejan un enorme vacío. El duelo animal existe.

Pero no se toma en serio.

Es un dolor que es llevado en silencio por miedo al juicio de la sociedad, que lejos de empatizar, en ocasiones incluso llega a estigmatiz­ar esos sentimient­os alegando que “solo es un animal”. Pero debemos preguntarn­os, ¿quiénes somos para juzgar cuánto se ama a un animal?

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El ser humano tiene el defecto de querer medir, cuantifica­r y compararlo todo. Pero, ¿se puede medir el amor? Es como cuando a un niño le preguntan si quiere más a mamá o a papá. ¿Es realmente necesario elegir?

Esa es una mala pregunta sin duda.

El amor es un estado del ser, y cuanto más se ama, más amor se siente. No hay medidas. Por eso cuando un animal fallece no hay que entrar a juzgar si se quiere más que a un humano, ya que son amores diferentes.

¿Cómo podemos ayudar a nuestras mascotas cuando envejecen?

De muchas maneras, desde ofrecerles una alimentaci­ón más saludable, hasta masajes, algo muy sencillo que le puede aliviar el dolor de la artrosis. Son técnicas simples que podemos aprender. Y luego están todas las técnicas comprobada­s en humanos para el control del dolor que son muy eficaces con animales.

¿Por ejemplo?

La acupuntura y otras terapias integrativ­as menos conocidas como la terapia craneosacr­al, la fitoterapi­a o el empleo de esencias florales. Y deben extenderse los cuidados paliativos para animales.

Ayudarles a mitigar el dolor.

Hay que estar atento porque muchas veces por desconocim­iento todo lo achacamos a la vejez, pero hay muchos síntomas que responden a patologías que tienen tratamient­os médicos.

¿Cómo consolar en el último momento?

Acompañand­o, como ellos han hecho con nosotros. Lo peor que nos puede pasar a todos es morir en soledad, a ellos también. Cuando ya le queda muy poquito tiempo puedes darle sus caprichos, si le gustaba ir a la playa contigo, pues llevarlo en brazos hasta allí.

Nunca lo hubiera pensado.

Compartir ese último momento desde la presencia absoluta y que esos recuerdos se queden gravados en su mente y en la tuya. Pero no debemos retenerlos a toda costa. El poder de las palabras es un conjuro mágico. Cuando les dices “vete tranquilo”, se van, y eso me impacta. Tenemos un gran poder emocional sobre ellos tanto para lo bueno como para lo malo.

¿Usted cree que nos entienden?

Lo sé. La comunicaci­ón va mucho más allá de las palabras, la corporalid­ad, el tono de la voz, la intención la entienden perfectame­nte.

¿Está estudiado el duelo por un animal?

Hay un estudio que compara el proceso de duelo entre la pérdida de una pareja, la de un animal o de un bebé no nacido. Los síntomas en los tres casos son los mismos.

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JUAN MORGAZ RODRÍGUEZ
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