La Vanguardia

Dos meses perdidos

- Jordi Juan Director

Casi dos meses después de la celebració­n de las elecciones, Catalunya sigue sin gobierno y no se vislumbrau­npactoacor­toplazo.lopeor,sinembargo,noes el tiempo perdido, sino las dudas sobre si existe una voluntad sincera de las dos partes de alcanzar un acuerdo. En las dos últimas semanas, después de las dos sesiones de investidur­a fallidas, los equipos negociador­es solo se han visto en dos únicas ocasiones. No dice mucho de su dinamismo mientras el país se debate entre la pandemia y la crisis económica.

La clave de que haya un gobierno sigue estando en manos de Esquerra como en la noche electoral. En estas primeras ocho semanas, los republican­os han apostado por intentar un Govern tripartito con Junts y la CUP, y solo han convencido a los anticapita­listas. Si Junts se mantiene en sus trece de no apoyar a Pere Aragonès, Esquerra podría plantearse un gobierno minoritari­o que necesitarí­a forzosamen­te la abstención del PSC. Una posibilida­d muy remota, que actualment­e en plena campaña electoral madrileña es remotísima. Habría que esperar al 4 de mayo, cuando se dilucide quien ocupará la sede de la Puerta del Sol, para plantearse esta opción, en caso de que aún estemos sin president. Y no hay que olvidar que las encuestas del PSOE pronostica­n una victoria más holgada de Salvador Illa en caso de nuevas elecciones.

Con todo, la apuesta más normal y lógica sigue siendo el acuerdo entre los independen­tistas. Está claro que ERC quiere gobernar y evitar las urnas, pero no está nada claro qué es lo que persigue Junts. En su seno hay opiniones para todos los gustos: desde los osados que defienden nuevas elecciones y están convencido­s de ganarlas, hasta los conservado­res que no quieren perder las nóminas de la Administra­ción. El tiempo pasa y esto es un peligro. En ERC, por ejemplo, crece un sentimient­o de hostilidad hacia sus exsocios porque creen que van a ejercer de oposición dentro del Govern. Los dos hombres clave en la negociació­n, Pere Aragonès y Jordi Sànchez, se han visto a solas muy pocas veces en su vida. La última fue hace dos semanas. A este ritmo llegarán todos pronto al 26 de mayo, que es el límite para evitar las elecciones. Quiero creer que antes se encontrará una manera de salir del bucle.

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